Su recuerdo nunca habitará en nuestro olvido

La despedida a un amigo y compañero del director de LA VOZ

Juan Antonio Barrios.
Juan Antonio Barrios.
Pedro Manuel de La Cruz
15:12 • 21 dic. 2021

Le conocí haciendo la calle, que es dónde se conoce a los grandes periodistas. Le veía ir Paseo arriba, Paseo abajo en Semana Santa entrevistando para Onda Cero al capataz del paso, a un costalero, al concejal que esperaba en la tribuna oficial, al niño que movía incansable el incensario, a la señora que se emocionaba ante el paso sereno de su Virgen de La Marced y al prioste que vestía las imágenes, a todos llegaba con una sonrisa abierta y sincera, trasparente. 



Cuando le dije que queríamos que formara parte de La Voz no lo dudó. Desde el primer día se sintió uno más y estoy seguro que en el penúltimo aliento antes de adentrarse en su adiós a la vida tuvo un recuerdo para todos los que lo querían, que eran, que somos, multitud. Era un tipo especial, un niño grande con la emoción a flor de piel y el cariño generoso como caudal inagotable. Siempre atento, siempre cariñoso. Siempre activo. Era un torbellino imposible de sucumbir al cansancio. Era tan responsable que, ya herido y sin remedio, se presentó en la explanada de la Geoda de Pulpí para hacer el que iba a ser su último trabajo. Nadie percibió aquella noche frente al mar bellísimo de Terreros el mal que le acosaba sin pausa y sin remedio. Hizo su trabajo con la profesionalidad de los grandes y, solo después, nos enteramos que aquella noche tuvo que alejarse de la primera línea para descansar en la penumbra solitaria por la ausencia de fuerzas para mantenerse en pie regalando a todos una sonrisa sin descanso. 



Barrios- porque en la redacción y en Almería era Barrios, no Juan Antonio; hasta en eso fue grande como periodista: si en la ciudad alguien pronunciaba su apellido ya sabía todo el mundo de quien se hablaba- Barrios, además de un reportero clásico para el que nada le era ajeno porque todo era importante, ha sido un almeriense de los que dan prestigio a una ciudad. Sensible hasta la lágrima sutil, afectuoso sin esquinas, amó a Almería tanto como a su Virgen de La Merced porque, en su mundo emocional, las dos conformaban el territorio de sus afectos más apasionados. 



Un almeriense así tenía que casarse con una María del Mar, una mujer que no lo ha dejado solo ni un solo minuto- solo me pide que no le suelte la mano, que estemos los dos juntos-, me dijo su mujer hace apenas unos días y cuando el último viaje ya había partido de forma irremediable. Barrios se ha ido. Pero su recuerdo permanecerá eterno en las páginas del periódico que tanto quiso y que tanto le quiso y en la memoria de todos aquellos que siempre encontraron en él el destello de una sonrisa limpia y el eco de una palabra agradable. Se ha ido uno de los grandes periodistas. Su recuerdo nunca habitará en nuestro olvido.







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