Arranca el día y mientras se toman los primeros cafés en las terrazas de la calle de Las Tiendas, Juanjo y Paco (o alguno de sus compañeros) comienzan a sacar a las puertas de sus comercios ‘su género’. Tardarán entre una hora y una hora y media en colocar toda la fruta de forma atractiva o llenar de verde y olor a flores esta calle en la que cada comercio busca como darle algo de color no solo para atraer a la clientela, sino para lucir ante los turistas que la recorren a diario.
Así ha sido cada mañana hasta que el pasado jueves, tras una denuncia telefónica a la Policía Local, una patrulla procedía a obligar a todos los comercios de la calle a retirar todo el género de la puerta asegurando que generaban problemas de accesibilidad y provocaban caídas. Eso decía la denuncia al menos.
Todos retiraron el material a pesar de que había establecimientos, como es el caso de Azabache, que contaba con todos los permisos de ocupación de vía pública. Licencia que ni siquiera le permitieron entregar y que ahora está colgada en el escaparate del comercio.
Rápidamente lo ocurrido saltó a las redes sociales con el correspondiente apoyo de los clientes y vecinos de la zona que no comprendían el motivo por el que “dar vida a la calle” se había castigado.
La situación derivó en que este viernes la calle de Las Tiendas no tenía ningún cartel, ninguna flor ni ninguna fruta que pudiera obstaculizar el paso, pero estaba más desolada que nunca. Además, era importante la indignación entre los comerciantes que no comprenden que tras aguantar la crisis económica, la pandemia y esta situación a medio camino entre la normalidad y el virus, en vez de ayuda encuentran más dificultades a su labor.
Visita
El revuelo montado provocó la visita de la concejal de Seguridad y Movilidad, María del Mar García Lorca, y de las ediles socialistas, Carmen Aguilar y Lidia Compadre, a los comercios afectados. Hubo una reunión de más de una hora y a pesar de la buena voluntad, la petición de disculpas a quien tenía licencia y aún así tuvo que retirar su expositor, el final es que al resto le comunicó que era necesario que solicitaran el permiso de ocupación de vía pública hasta para poner un cartel con sus productos en la puerta. Tasa que contempla pagos de hasta un euro por metro cuadrado y día, a lo que hay que sumarle el coste de realizar un proyecto para poder pedir la autorización.
Evidentemente la situación ahora queda en la decisión que tome cada comercio de sacar la licencia en cuestión y de hacer cuentas para saber si les es rentable. Mientras tanto la frutería ayer ya no abrió y llenó su fachada de carteles de agradecimiento a quienes en las redes sociales les han apoyado, y Azabache ha decidido no montar el expositor en solidaridad con el resto de los compañeros de la calle.
Pero más allá de este incidente, que puede ser la punta del iceberg de la situación, lo cierto es que esta calle, la más comercial históricamente de la ciudad, de ahí su nombre, necesita una importante apuesta por ser reactivada y así lo piden los empresarios.
Es cierto que en los últimos años el Ayuntamiento se fijó en ella para unificar letreros, ponerle leyendas iluminadas en las fachadas y esto ha provocado que hayan llegado nuevos comercios y espacios hosteleros. Entre todos han intentado volver a hacer de este espacio un lugar en el que poder aunar la parte comercial y la turística, no en vano no son pocos los visitantes que camino a la Plaza Vieja o la Alcazaba se paraban a hacerse fotos con los expositores que daban vida a la calle.
Y es precisamente por lo especial que es esta calle, por lo que ha supuesto para la historia comercial de la ciudad, por lo que reclaman los comerciantes que se haga una reflexión sobre su futuro tratando de proteger el pequeño comercio tradicional y buscar fórmulas en las que sea sostenible. Quizá toca sentarse para analizar si es posible hacer un plan específico para ella.
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