Las máquinas perforadoras siguen trabajando a gran ritmo en el amplio solar de la calle Almanzor a los pies de la Alcazaba, mano a mano con los arqueólogos que tratan de encontrar entre las ruinas algunos restos antiguos que le pudieran dar más valor a la subida principal al monumento.
Los trabajos no han dado hasta ahora grandes descubrimientos. En la esquina de abajo, junto a la calle de la Viña, se ha respetado un lienzo de muro que los expertos aseguran que es de la época medieval, y que posiblemente esté relacionado con la muralla que bajaba por la calle de la Reina. Estos restos están mezclados con materiales de construcción contemporáneos, por lo que tendrán que actuar ahora los restauradores para limpiar la pared.
Lo que sí ha aparecido con los últimos trabajos de excavación ha sido el grupo de cuevas que perforan el cerro y que durante décadas han formado parte de las viviendas que desde la calle de Almanzor trepaban por las rocas hasta las proximidades de la Alcazaba. Se trata de cuevas de poca profundidad que estaban integradas en las casas y eran utilizadas como despensas y también para encerrar animales cuando casi todo el mundo criaba conejos o cerdos para el tiempo de la matanza.
Algunas, las más profundas, sirvieron también de refugio para las familias que las habitaban en los años de la Guerra Civil, cada vez que las sirenas alertaban de un bombardeo. La arqueóloga que ha dejado al descubierto algunas de estas cavernas asegura que no son excavaciones medievales, por lo que pudieron ser abiertas por los propios inquilinos para ampliar sus viviendas. Sí se sabe con certeza, por el testimonio de los propios vecinos, que sirvieron de refugio contra las bombas, por lo que formaron parte de esa red de guaridas no oficiales que se fueron abriendo por los barrios de la ciudad durante la guerra. Hace unos años, cuando se estaban realizando las obras de rehabilitación del paraje del Mesón Gitano, apareció otro refugio improvisado por la población del lugar.
Los trabajos de excavación siguen a buen ritmo y esta misma semana está previsto que se retiren las máquinas para afrontar las labores de limpieza. No han salido a la luz restos importantes, salvo el lienzo de pared de la esquina sur, pero sí han aparecido decenas de jeringuillas de plástico que también nos cuentan una historia.
A finales de los años ochenta, cuando el barrio de las Perchas y las casas que desde la calle de la Viña subían hasta la Alcazaba empezaron a quedarse abandonadas, este escenario fue utilizado por muchos jóvenes adictos a la heroína para instalar allí un auténtico campamento donde iban a diario a pincharse, aprovechando la soledad del lugar. Formaba parte de un itinerario de la heroína en el que también estaba toda la zona del Mesón Gitano.
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