Después de dos años de pandemia, la recuperación económica se filtra por todos los resquicios industriales de nuestra economía, también en aquellos ámbitos más relacionados con la Semana Santa. Unos brotes verdes que han venido de la mano del esperanzado objetivo de devolver a las calles almerienses las procesiones religiosas, que abren la puerta a una primavera, dos años después.
Dos de los sectores que comienzan a recuperar el pulso tras las inflexibles restricciones contra la Covid-19 son los talleres de bordados en oro y las floristerías. Es decir, dos trabajos de profundas raíces artesanales que dependen, en gran proporción, de la rutinaria vida interior de las cofradías. Y que desde hace ya algunos meses se preparan para encarar la vuelta de la festividad de esta fiesta que trasciende lo religioso y se sitúa en terrenos del costumbrismo y la tradición. Sin embargo, tampoco ellos están exentos de las alteraciones en el precio de las materias primas.
Floristerías
“Cuando trabajamos en Semana Santa solemos realizar contrataciones de personal porque surgen mucha demanda para los mismos días: si tienes que arreglar ocho monumentos para el Jueves Santo, tienen que estar terminados al mismo tiempo; algo que no hemos podido hacer en estos dos años”, señala Javier Carreño, de la floristería Detalles.
Por su parte, Paco Valdivia, de la floristería Azabache, valora positivamente el retorno de la Semana Santa y las consecuencias para la industria más cercana a ella porque “no solo son las procesiones, si no también los cultos previos a ella, por lo tanto recuperamos ese doble trabajo”, señala, y recuerda que “en los últimos años Almería ha experimentado un proceso de evolución bastante importante en escaso tiempo en cuanto a exornos florales se refiere, pero también en otro tipo de cosas: vestidores, los propios pasos o imágenes.
Hace apenas treinta años las flores eran algo tan secundario que no se preveía hasta momentos antes de las procesiones. Los más mayores cuentan que se veían en La Rambla o en los parques municipales para tratar de conseguirlas. Algo que a día de hoy es muy distinto porque se trabaja con mucha profesionalidad: estamos en contacto con los priostes y son las juntas quienes aprueban las flores que se portan en los pasos.
Bordado en oro
“El volúmen de trabajo ha aumentado bastante, aunque en realidad corresponde con los trabajos que se han estado desarrollando en todo este tiempo, de hecho, en mi caso me encuentro con una acumulación de trabajo que tengo que sacar lo antes posible de cara al negocio y también para cubrir las demandas de las hermandades”, confiesa David Colomo, del taller de bordados Virgen de los Ángeles de Adra.
No en vano, este tiempo en blanco ha servido para que las cofradías aprovecharan la coyuntura para incrementar su patrimonio artístico, al mismo tiempo que atendían las necesidades sociales como muchas de ellas han realizado. “Una vez que se ha dado el pistoletazo de salida de cara a la Semana Santa, el nerviosismo se ha apoderado de las hermandades porque todas quieren estrenar algo nuevo y todas quieren sacar lo mejor a la calle después de estos dos años.
Sin embargo hay que tener en cuenta que el presupuesto no es el mismo al de hace algún tiempo, el material ha subido y eso repercute directamente sobre los trabajos”, señala Colomo. Como en todos los ámbitos, la pandemia obligó al cierre temporal de los servicios. Y, ahora que se vuelve al plano de la seminormalidad, el taller abderitano reconoce que las personas más mayores son las que más incómodas se sienten ahora que se puede desarrollar la actividad artesanal con normalidad pero sin dejar de permanecer contextualizada en la pandemia que todavía se padece.
Los artesanos resisten a pesar del covid
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