El mineral fue un buen negocio que le dio vida a la provincia y transformó la franja marítima de la ciudad. El mineral se quedó con la playa de las Almadrabillas y la convirtió en un escenario industrial donde el polvo rojo del hierro transformaba todos los paisajes.
Desde que en 1904 terminaron el Cable Inglés y empezaron a llegar los vagones y los barcos cargados de mineral, aquella playa, la playa oficial de la ciudad, fue solo un negocio. En aquellos tiempos el cargadero convivía en el mismo barrio con el Matadero Municipal, que se caía de viejo mirando al mar mientras las autoridades le buscaban un nuevo destino. Allí, en las Almadrabillas, aparecía también el balneario de la familia Jover, que había dejado su primitiva ubicación en el puerto para buscar un nuevo emplazamiento lo más cerca posible de la playa. Ese gran polígono industrial se completaba con la Fábrica de Gas y con los restos de antiguas fundiciones que empezaban a dar sus últimos coletazos. En 1911, el Ayuntamiento había dado órdenes para intentar adecentar aquel barrio tan degradado: estaba en marcha el adoquinado de las calles de Tejares y Jaúl, que eran las principales, estaba en proyecto la construcción de los muros que rodearan los depósitos de mineral, la instalación de bocas de riego y la creación de dos plazas de empleados que se dedicaran únicamente al aseo y cuidado del barrio. También se habían iniciado las obras para la construcción de un camino específico para transportar los minerales hasta el andén de costa.
Entre tanta industria, entre tanta obra, los pescadores, que eran los pobladores originales de este barrio marinero, habían tenido que replegarse y llevar sus barcas tierra adentro porque la orilla estaba siempre ocupada por el hierro. En el mes de mayo, las familias de la mar hicieron fuerza y se presentaron en la Comandancia de Marina pidiendo que se quitaran de la primera línea de playa los restos de los antiguos muellecillos para el embarque del mineral que existían en la zona antes de que se construyera el Cable Inglés. Los pescadores aspiraban a que si se dejaba libre esa zona de playa entre la Fábrica de Gas y el Matadero, aquel sitio podía convertirse en varadero, en el refugio de sus barcas, que en aquel tiempo estaban ocupando una franja de terreno que iba a desaparecer con la construcción de la carretera que se estaba haciendo para el transporte de los minerales.
Pero los intereses de los vecinos chocaban de frente con los proyectos de la empresa ‘The Alquife’, que no satisfecha con el cargadero grande trataba de reconstruir los viejos muellecillos como refuerzo e instalar una vía férrea entre la lengua del mar y la carretera que el Ayuntamiento estaba construyendo. En ese trozo de playa en el que ‘The Alquife’ quería colocar las nuevas vías del tren, estaba previsto construir la Pescadería de la ciudad.
Fue la compañía minera la que finalmente se quedó con aquel trozo de playa, volvió a utilizar los muellecillos que se habían quedado en desuso y puso en marcha una nueva línea férrea, por lo que disponía de dos vías para llevar el mineral hasta los barcos: la que se desviaba hacia la orilla de la playa y la que se internaba por las alturas del Cable Inglés.
Por aquellos años el empresario Carlos Jover trabajaba en el proyecto de construir un balneario definitivo en las Almadrabillas cuando la playa se quedara libre de mineral. El traslado del balneario del puerto, el viejo Recreo, a la playa de la Almadrabillas fue lento. El proyecto de don Carlos Jover de levantar un gran establecimiento que estuviera a la altura de los mejores del país tuvo que esperar varios años y superar muchas barreras.
En 1914 don Carlos Jover y Vidal presentó al Ayuntamiento un plan para la construcción de ese gran balneario moderno. Los propietarios de los baños exigieron que el Ayuntamiento colaborara y le entregaron la siguiente lista de peticiones: construcción de la calle que uniera la del Matadero con el nuevo camino del balneario; la limpieza y reparación de las calles del Matadero, Jaúl y Tejares, así como la Rambla, que debían de quedar limpias del polvo del mineral, y que se asearan las fachadas de las referidas calles.
La puesta en marcha del ‘Diana’ fue el motor que adecentó aquel polo industrial sucio y destartalado del humilde barrio de las Almadrabillas.
Consulte el artículo online actualizado en nuestra página web:
https://www.lavozdealmeria.com/noticia/12/almeria/236483/los-muelles-del-mineral-y-el-tren-de-la-playa