Un viaje interno por el dolor tras la pérdida de sus hermanos en el plazo de un año la llevó a refugiarse artísticamente en los paisajes de Almería y a abrazar este género al que a penas había prestado atención. Tras años de vivir fuera, confiesa que volvió a Almería, como otros artistas, por la familia, por la luz y por el mar. Siempre el mar, que desde la pandemia retrata desde su ventana sobre el Paseo Marítimo como Jeff en La Ventana Indiscreta desde la quietud. Ahora se encuentra de baja y nos recibe en su casa, donde me aguarda la que puede que sea la ventana más célebre hoy por hoy de Almería.
La belleza es un término recurrente en tu relato verbal y artístico, ¿Se crea más belleza desde un estado contemplativo y sereno, desde el amor o desde el dolor?
Hablando con amigos también del mundo creativo decimos “cuando estamos bien nos vamos de cervezas” y disfrutamos del día al día, y cuando hay algo que sientes profundo, sea amor, sea dolor, algo que te lleva a la introspección esa belleza es la que interesa. Hablo de trascender. Es muy delicado, no se puede hablar del concepto de belleza sin abordar la filosofía, yo todavía compro libros de ensayo sobre la belleza.
¿Qué es para ti la belleza?
Aquello que lleva a rozar algo más allá de lo estético, algo que trasciende. Hablo de la belleza desde lo trascendental. Por ejemplo, La Gioconda: Yo siempre he pensado que estaba triste, hay un fondo en esa mirada que le hace ser bella no porque sea guapa, lo bello es algo que está detrás, hay un mensaje detrás de la belleza. Cuando fotografío me conecto con algo que nos cuenta algo más de lo que estamos viendo y me parece bello.
Hablemos de Sea Window, tu proyecto desde la ventana que comenzó en el confinamiento.
Me gusta la conexión con la gente que está generando este proyecto. Empecé poniéndolo en mis estados de WhatsApp solo por compartir la experiencia, y ahora hay amigos me avisan de que se van a poner delante de casa en la playa para ver si salen en las fotos (risas).
Sea Window tiene cuatro fases: una reflexión del paisaje. Contemplé el paisaje, me gusta el instante detenido, parece que no ocurre nada excepcional aparentemente, pero están ocurriendo cosas. Yo soy mucho del concepto del romanticismo del hombre empequeñecido ante la naturaleza, pienso que somos tan pequeños…Desde este punto de vista que tengo en esta ventana veo tan pequeñitas a las personas…Eso despertó mi curiosidad e interés, como tan pequeñitos desde aquí y el mar tan grande. Luego empezó a haber movimiento. Yo era consciente de que habría mucha gente fotografiando el confinamiento, pero yo quería buscar mi propia mirada. Después llegó la gente divirtiéndose, tirándose al agua, tirando cosas al suelo, volvimos a ser los de siempre.
¿Es cierto que la luz de Almería es tan especial y atrae a artistas de todo el mundo?
La luz de Almería es muy dura, es muy blanca. En París por ejemplo la luz es preciosa porque hay unas nubecitas que dejan pasar algo de sol, no está del todo cubierto, hay unos difusores y da una luz muy bella, que da volumen a las cosas. Aquí no hay nada que tape la luz y es muy potente, el cielo es muy blanco, casi nunca tenemos nubes, para los paisajes te lo pone muy difícil. Es una luz peculiar con muchos contrastes.
¿Sigue siendo un reclamo para los artistas?
Para ciertos artistas, porque tiene una belleza muy subliminal. En el paisaje de Almería no vas buscado la foto espectacular, para eso muchos fotógrafos se van por ejemplo a Asturias. Los fotógrafos y cineastas que vienen a Almería van buscando esa luz más esencial, el lenguaje de esa luz. Es una luz que cuenta cosas, es de África, es más austera. El paisaje almeriense no es exuberante, es más de introspección. Es un paisaje muy difícil, duro, pero si conectas con él es muy hermoso. Es conectar con el adentro.
Hay muchos cineastas, pintores, fotógrafos enamorados de Almería, pero no buscan lo exuberante, buscan lo esencial.
Las redes sociales ¿están haciendo bien o mal al mundo de la fotografía?
Están democratizándolo, porque todo el mundo puede acceder a expresarse, y hasta ahí me parece positivo. Lo que hay que distinguir es al profesional que aborda la fotografía desde un campo mucho más profundo a alguien que la utiliza para contar el día a día. Se puede hacer arte con el móvil. El problema es que tú sepas qué herramienta estás utilizando y para qué. Todo está bien, soy defensora de la fotografía con el móvil, pero no llamemos a todo arte ni todos nos consideremos fotógrafos porque hacemos un par de fotos y nos quedan chulas. Se requiere un compromiso en el campo en el que estés, una profesionalidad, preparación y conocimientos de lo que haces.
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