Llevo en estas tierras desde 1988, año en que llegué desde el Reino Unido después de trabajar y estudiar idiomas en Francia y Alemania ejerciendo mi derecho de ciudadano comunitario, para dominar vuestra bella lengua, o eso creía, y hacerme cargo de la coordinación de una academia de inglés en el Paseo de Almería. Hoy en día sigo dedicándome a la enseñanza de idiomas, la traducción y la interpretación. Mi corazón ya es de aquí, pero mis raíces siguen siendo las que eran, aunque mi tronco ya se ha hecho recio con el paso de los años, la buena vida y compañía en esta tierra.
La Reina Isabel II llevaba casi toda su vida adulta como monarca de los británicos y la jefa de Estado de muchos países alrededor del mundo. Una vida de dedicación a su pueblo, cuidando las formas, dando ejemplo de lo que se debería hacer y decir, y hasta creer ya que era jefa de la Iglesia Anglicana, una responsabilidad tremenda.
Para mí representaba una persona tan entregada a su pueblo que no le quedaba tiempo para ejercer de madre: una herencia, como no podía ser de otro modo, de la época victoriana, la de su abuela. Heredó un imperio en declive, el mismo año en que ‘coronamos’ el Everest, en 1953. Supo mantener el tipo sin escándalos, no como casi todos sus parientes más cercanos. Un año comentó que había pasado un annus horriblis pero creo que duró décadas. Tenía un marido a quien adoraba, que la quería, y que no perdió su sentido del humor jamás.
Como suele pasar hasta en las mejores familias, al fallecer la matriarca se desmoronan, se separan. Por desgracia, en este caso creo que no será simplemente la familia real sino el país entero. Los enemigos de Gran Bretaña, mi tierra lejana, la pérfida Albión, son muchos, tanto dentro como fuera de sus fronteras. Me temo que esta ‘oportunidad’ se va a aprovechar tanto por independentistas, secesionistas y republicanos, así como estados grandes y pequeños ofendidos por lo que pudo o no suceder en el pasado. Del árbol caído todos hacen leña.
Lo que está claro es que marca un punto final de una era algo más noble para dar paso al guirigay en el que todo vale y se justifica: Brexit, la guerra, las grandes corporaciones manipulando a su antojo nuestro pasado, presente y futuro. Yo echaré de menos la presencia, por muy distante que fuera, de mi reina. Larga vida al Rey y que Dios nos ayude a todos.
Andrew Mortimer es profesor, traductor e intérprete de nacionalidad británica y lleva residiendo en Almería desde hace más de 30 años.
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