La historia, la vida de nuestras ciudades se guarda oculta en las diferentes capas que componen nuestras calles, nuestros suelos y subsuelos. Bajo la capa de asfalto para facilitar el tráfico rodado, de adoquines o de baldosas que coronan una calle, se esconden en muchos casos las huellas de aquellos que nos precedieron y que hicieron de ese mismo camino su ruta diaria.
Esta superposición de capas son las que llevan a que, en muchísimos casos, cuando se abre una calle para realizar una obra, por superficial que sea, hay posibilidades de que aparezcan elementos que nos recuerdan de dónde venimos y nos hacen pensar sobre el lugar hacia el que vamos.
Algo así ha pasado en la obra que tiene que pacificar la Plaza Orbaneja de la ciudad.
No era un secreto, aquellos que vivieron la Guerra Civil o la posguerra bien que lo conocían, pero sí era un elemento olvidado aquel refugio antiaéreo que daba cobijo a los vecinos conectado precisamente Orbaneja con la Plaza Pi Margall. Refugio cuya puerta de entrada o de salida, según se mire, quedaba al descubierto durante la realización de los trabajos que está realizando el Ayuntamiento de Almería en la zona.
Según explica la concejal de Servicios Municipales, Sacramento Sánchez, después de encontrarse la puerta y hacer las consultas pertinentes, han optado por “volver a taparla” al considerar que “no contaba con la suficiente importancia” como para dejar este espacio abierto. Lo que sí van a estudiar desde el Ayuntamiento de la capital es la posibilidad de dejar algún elemento en la superficie de la plaza en el que se pueda ver que bajo esa capa de baldosas hay un trocito de historia que habla de muerte y vida, de la Guerra Civil y de los espacios diseñados para tratar de protegerse ante los ataques aéreos que sufrió la ciudad.
Refugios
A pesar de que los más conocidos por haber pasado por un importante proceso de rehabilitación, puesta en uso y ser visitables son los que conectan la Plaza Manuel Pérez García con el Paseo de Almería y la Plaza Pablo Cazard, son muchos más lo que se diseñaron para la protección de la ciudad. Así los hay que conectaban el Ayuntamiento de Almería con la Plaza Vieja, los situados en centros religiosos como la iglesia de San Pedro o la iglesia de San Sebastián o los ubicados en barrios como Los Molinos o Barrio Alto. Todos ellos tenían la misma misión en unos tiempos de guerra en la que la población civil era, como siempre, la que más sufría.
La costosa puesta en valor de una parte de estos refugios supuso un descubrimiento para las nuevas generaciones de almerienses y el desbloqueo de una parte de la historia de los mayores del lugar, todo con el objetivo de no olvidar para no repetir el pasado.
Cierto es que difícilmente se van a poner en valor todos y cada uno de esos túneles subterráneos que recorren la ciudad, al igual que muchas de las entradas que se encuentran en viviendas privadas, pero sí que merecería la pena dejar la huella sobre el pavimento, en la última capa de la piel de la ciudad, sobre aquello que un poco más abajo se oculta. Que el asfalto o las baldosas no entierren la historia que tienen bajo ellas.
Proyecto
Cabe recordar que el proyecto que se está ejecutando busca que una uniformidad estética domine a partir de ahora en la Plaza Orbaneja, respetando el carácter tradicional de la zona centro arrabales, con la particularidad de que en la zona central y los accesos a los vados existentes se prevé colocar piezas de piedra natural de color crema tipo travertino ‘Los Millares’.
El proyecto de actuación sobre esta plaza contempla la dotación de una nueva red de jardinería y la renovación íntegra del pavimento de todo el ámbito, así como del asfaltado de la calzada. Igualmente se amplían los acerados existentes y se prevé la ejecución de parterres de acero tipo ‘corten’.
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