Jesús Latorre: “No somos conscientes del patrimonio escultórico que tenemos”

Jesús Latorre restaura y crea en su taller todo tipo de piezas y lienzos, sobre todo religiosos

Jesús Latorre en su taller rodeado de sus “pacientes”.
Jesús Latorre en su taller rodeado de sus “pacientes”.
Rosenda Mirón
21:58 • 08 oct. 2022

Imaginería, retablística, mobiliario litúrgico, lienzos…Nada se le resiste a este escultor y restaurador de treinta años recién cumplidos. Su taller rebosa tallas, santos de todas las medidas. Jesús Latorre vive por y para su vocación, que es su profesión, y además se ha especializado en imágenes religiosas aunque haga todo tipo de encargos. La Semana Santa es su pasión y se pasa la vida reparando amorosamente imágenes que procesionan, retablos, y hasta hace de orfebre reparando algún anillo de monja, que de vez en cuando también se estropean. Lo mismo repara un retablo del siglo XVII que diseña una lápida. 



Es usted el más joven de Almería en su profesión, ¿Cómo empezó?



Desde niño me gustaba la pintura, escultura, acuarela…cuando terminé la ESO, en la que estudié la rama Biosanitaria  decidí que lo mío era lo que me había gustado siempre y mi afición era la semana santa, así que hice el Bachiller de Artes Plásticas, luego el grado superior de Artes Plásticas aplicadas a la escultura y después me fui a Granada a estudiar policromía y dorado.



Ha aunado sus dos pasiones.



Claro, la Semana Santa y el arte, no tengo queja, además tengo muchísimo trabajo.



Es de Pescadería pero tiene su taller en Vera.



Es una buena zona para mi trabajo, Almería es más complicada. No se valora bien el trabajo de aquí. Estudiando en Granada yo hacía trabajos de Almería capital, cosa que no hacía estando aquí.



¿Se confía más en la gente de fuera?

Sin duda. Se piensa que lo de fuera es mejor.


¿Cual ha sido el trabajo más especial para usted realizado hasta el momento?

Quizás la Virgen de Monte-Sión, de Lucainena, que es mi pueblo, tengo familia allí. Es una virgen que siempre he visto, desde niño. Yo era monaguillo en esa iglesia, entonces poder restaurar esa imagen…


¿Ha visto algún caso como ele la restauración desastrosa del Ecce Homo de Borja?

Siempre se ha visto algo en alguna iglesia, no es tan raro, y es que por lo general hay muchas parroquias en las que hay gente que hace un curso de manualidades y pinta   imágenes.


¿Cuidamos lo suficiente nuestro patrimonio lo suficiente?

No se valora el patrimonio que tenemos, no solo el escultórico sino también el arquitectónico. No somos conscientes de las iglesias y campanarios que tenemos.


Los años sin procesiones por la pandemia ¿cómo los ha vivido?

Fue cuando más facturó el taller, el año del Covid, porque las hermandades al no poder salir en procesión destinaron fondos a la conservación de las imágenes. Como vivo justo encima del taller pedí permiso a la comandancia de Almería y me lo dieron, pude seguir trabajando sin problema a puerta cerrada, me pasaba los días enteros trabajando.


¿Tiene “pacientes”  habituales? 

Pues mira, por ejemplo a San Sebastián de Lubrín lo he tenido que arreglar ya cuatro veces, porque cada vez que sale como le tiran roscos y se le rompe algo, casi todos los años le parten algún dedo. 


¿Cuales es problema más grave al que se enfrenta a la hora de restaurar una pieza?

La eliminación de los repintes. Es muy complicado quitar capas de pintura que le hayan ido echando encima, tiene que ser a base de bisturí, isopos con distintos productos, se emplea muchas horas…


¿Siempre vas a ver procesionar las imágenes de semana santa que repara?

Sí, y además sufriendo más de una vez, como en Lubrín (risas) que me paso meses restaurando y luego veo cómo se estropea de nuevo.


Pasan  cosas en las procesiones de las que no nos percatamos los espectadores.

Muchas, por ejemplo que se pierdan los clavos de las manos de alguna imagen como el Cristo de la Buena Muerte en Almería, que tuve que hacerle uno porque salió disparado,  imágenes que se caen… Me han llegado a llamar un domingo de Ramos que o iba a arreglarles el Cristo o la Hermandad no podía salir, y no me ha pasado solo una vez. Se le caen lágrimas a las vírgenes, que son de cristal. El traslado y mover las imágenes tras muchos meses es un momento crítico.


¿Cuál es la anécdota más rara que le ha pasado?

Restauré una virgen de Garrucha, la que está en el cementerio. Me llamaron porque se le veía algo raro, como que le faltaban las lágrimas, y viéndola en la capilla vimos que no solo le faltaban las lágrimas sino que incluso le habían recortado las pestañas.


¿Le ha pasado alguna cosa curiosa o fuera de lo normal mientras trabaja?

Sí, bastantes veces la verdad. En algunas iglesias cuando estoy trabajando en plena noche se escuchan golpes, ruidos de todo tipo aun estando yo solo. Pero no pasa nada, sea lo que sea no me va a comer (risas).


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