Una de las avenidas que hoy se han convertido en arterias vitales de la ciudad, la del Mediterráneo, llevó el nombre durante años de Luis Carrero Blanco, recordando la figura del destacado militar y político franquista que llegó a ocupar la presidencia del Gobierno de España.
Carrero Blanco presidía el país cuando fue asesinado por la banda terrorista ETA el 20 de diciembre de 1973, con una carga explosiva que hizo volar el coche oficial. Unos meses después, el Ayuntamiento de Almería decidió homenajear al fallecido y lo hizo dedicándole una calle, la recién proyectada Avenida del Mediterráneo, que desde entonces llevó el nombre del almirante.
El 18 de julio de 1974, aquella gran arteria que había nacido con vocación de ser una gran avenida que llegara hasta el mar, fue inaugurada oficialmente. Arrancaba en la Carretera de Níjar, en ese trozo de camino que iba hasta el barrio de Los Molinos, y dividía el conocido como polígono de Azcona, enlazando con las calles de Padre Méndez y de Montserrat. Por el sur desembocaba frente a las incómodas instalaciones de los depósitos de Campsa y en las vías del ferrocarril, donde existía un paso a nivel que regulaba el cruce de los vehículos.
El día de la inauguración, seis meses después de la muerte de Carrero Blanco, el entonces alcalde de la ciudad, José Luis Pérez-Ugena, recordó que la decisión de ponerle el nombre del malogrado político a la nueva avenida no había sido por capricho ni por una recomendación gubernamental, sino por la vinculación que Carrero Blanco había tenido con Almería, cuando siendo vicepresidente del Gobierno visitó la ciudad con motivo de la Semana Naval y porque jugó un papel importante en algunas decisiones que favorecieron a nuestra provincia.
Esa relación especial entre Luis Carrero Blanco y Almería se gestó a comienzos de los años 70, cuando Juan Mena de la Cruz era Gobernador civil de la provincia. Ambos mantenían una amistad de juventud, como así se reflejaba cada vez que el Gobernador tenía que visitar la capital de España y acababa pasándose, más temprano que tarde, por el despacho de don Luis. La mayoría de las veces iba solo a saludarlo, a preguntar por la salud y por la familia, pero siempre aprovechaba la ocasión para dejarle caer alguno de los problemas de la provincia y solicitar su colaboración sin que se notara demasiado.
El propio Juan Mena de la Cruz comentó en una ocasión en la prensa, con motivo de la aprobación por parte del Ministerio de Educación y Ciencia de una importante partida de dinero para la construcción de varios colegios nacionales, que había que agradecerle a Carrero Blanco su apoyo para agilizar los trámites y permitir que aquellos centros se hicieran realidad sin tener que esperar una década, como solía ser costumbre entonces cuando estaban en juego los intereses de Almería.
La puesta en marcha de colegios como el Europa, el Goya y el Caravaca, entre otros, se gestó en gran medida en el despacho del vicepresidente del Gobierno en una de aquellas reuniones informales que mantuvo con su camarada Mena de la Cruz.
Esa relación entre el almirante y el Gobernador civil se vio plasmada también cuando en el verano de 1971 la ciudad organizó los actos de la Semana Naval. Entre las autoridades que nos visitaron estaban los príncipes de España, Juan Carlos y Sofía, y el señor Carrero Blanco, figura clave en la restauración monárquica.
El Gobernador quiso aprovechar la visita del vicepresidente del Gobierno para agradecerle los favores prestados y los que estaban todavía en la agenda, y lo hizo concediéndole la medalla de oro de la provincia de Almería. Uno de los proyectos que en aquellos años estaban gestándose era el de la creación en Almería de un Colegio Universitario. Unas semanas antes de que Carrero Blanco visitara la ciudad, el Rector de Granada llamó por teléfono al Gobernador para confirmarle que en Madrid ya habían dado el visto bueno y que el Colegio Universitario echaría a andar en el curso 72-73.
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