En lo que llevamos de año 2022, entre el 1 de enero y el 17 de noviembre, se han retirado unos 1.500 metros cúbicos de toallitas que atascaban las tuberías de saneamiento de la capital almeriense.
Así lo explica la empresa concesionaria del servicio de aguas, Aqualia. Unos datos que muestran la gravedad que tiene este problema derivado de la sustitución que se ha producido durante los últimos años del uso de toallitas en vez de papel higiénico.
Hay que tener en cuenta que el pasado año ya se hablaba de que los almerienses tiran por el retrete 10.000 toneladas de toallitas y otros residuos que llegan hasta la EDAR de El Bobar. Hay que tener en cuenta que cada vez son más los atascos que se producen tanto dentro de los propios edificios como en las tuberías que recorren nuestras calles, unos 600 kilómetros.
Lanzan estos datos desde Aqualia aprovechando que ayer, día 19 de noviembre, se celebra el Día Mundial del Saneamiento reclamando la importancia que tiene poder contar con un buen servicio de depuración de aguas y los problemas que conlleva que no sea así.
Lo cierto es que, cada vez más, llegan toallitas húmedas, bastoncillos y otros textiles hasta las depuradoras, lo que provoca un impacto negativo de este tipo de residuos sobre las infraestructuras de los servicios de agua urbana.
Ponen como ejemplo desde la empresa concesionaria del servicio de agua que “un litro de aceite arrojado al fregadero puede contaminar 1.000 litros de agua. Además del coste ambiental, solo arrojar las toallitas húmedas al váter supone un sobrecoste de entre 500 y 1.000 millones de euros en los países europeos, según las estimaciones de la federación europea de asociaciones de servicios de agua EurEau”.
Incremento
Según los datos que maneja AEAS (Asociación Española de Abastecimiento de Aguas y Saneamiento), tras la pandemia la compra de toallitas húmedas ha aumentado un 50 por ciento en los hogares españoles, por lo que las consecuencias de este mal hábito pueden ir a más si no se remedia.
Hay que tener en cuenta que estas toallitas son un residuo que no se descompone en contacto con el agua, como sí ocurre con la celulosa del papel higiénico. El tejido del que están hechas se va acumulando con otros residuos similares en la red, donde aumentan de tamaño hasta el punto de provocar atascos en las conducciones, en las estaciones de impulsión o en las bombas.
Según Aqualia, esto multiplica las retenciones en las redes de saneamiento, malos olores y salidas de aguas fecales a la vía pública, originando problemas a los vecinos. Además, esto multiplica las retenciones en las redes de saneamiento, malos olores y salidas de aguas fecales a la vía pública, originando problemas a los vecinos.
Según los datos que maneja la empresa, cada día se recogen 8.000 kilos de toallitas de una gran ciudad que cuente con unos 300.000 habitantes. Otras cifras difundidas hablan de hasta tres camiones con más de 18 toneladas de residuos recogidas. Se constata que los desechos que con más frecuencia se encuentran en las tuberías de saneamiento cuando van a desatascarse son las toallitas húmedas.
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