El obispo emérito, Adolfo González Montes, abandona Almería y se muda a Madrid

El prelado se ha instalado en un piso puesto a su disposición por la Conferencia Episcopal

González Montes, en una imagen de archivo.
González Montes, en una imagen de archivo.
Álvaro Hernández
11:07 • 27 dic. 2022 / actualizado a las 11:28 • 27 dic. 2022

Llevaba semanas siendo un rumor que ya se ha confirmado: el obispo emérito de la Diócesis de Almería, Adolfo González Montes, se ha mudado a más de 500 kilómetros de distancia de la que ha sido, durante exactamente 20 años, su casa.



Tal y como ha podido confirmar LA VOZ, la pasada semana varios camiones de mudanzas se llevaban las pertenencias que González Montes atesoraba en el que ha sido su domicilio en Almería capital: el seminario.



Ahora él, su secretario, y su gato, residen en la capital de España y lo hacen en un piso puesto a disposición del prelado almeriense por la Conferencia Episcopal Española, una de las instituciones que más habría presionado a González Montes para dejar Almería una vez que el papa Francisco aceptó su renuncia por motivos de edad y alejarlo así de la actual división de la Iglesia en Almería y de la gestión de la deuda que ahora tiene que afrontar su sucesor, Antonio Gómez Cantero.



Sin adiós oficial ni despedida



Fuentes consultadas por LA VOZ confirman que el obispo emérito, Adolfo González Montes, no habría anunciado en ningún momento su marcha y, de hecho, no se ha despedido pese a llevar ya días residiendo en Madrid.



De esta forma, la Diócesis de Almería ha descubierto el adiós de Adolfo González Montes tras comunicarlo la persona encargada del servicio del domicilio de emérito en el Seminario de Almería, una vez que ya estaba todo vacío.



Lo que se queda vacío ahora, precisamente, es el Seminario de Almería: una vez que los alumnos fueron trasladados al Seminario de Murcia, el edificio situado en la Carretera de Nïjar estaba tan solo ocupado por González Montes. Ahora, ya con nuevos planes por parte de la Diócesis, el edificio está completamente vacío.



El cuidado de González Montes

Tal y como recoge el canon 402 del Código de Derecho Canónico en su apartado primero, “el obispo a quien se le haya aceptado la renuncia de su oficio conserva el título de obispo dimisionario de su diócesis, y, si lo desea, puede continuar residiendo en ella”.


Sin embargo, ante la situación de división e incluso la existencia de grupos anónimos que fomentan tal división, tanto la Conferencia Episcopal Española como el propio Vaticano recomendaban a González Montes marcharse de Almería.


¿Y ahora qué? Ese mismo canon del Código de Derecho Canónico, en su segundo apartado, añade que "la conferencia episcopal debe cuidar que se disponga la conveniente y digna sustentación del Obispo dimisionario, teniendo en cuenta que la obligación principal recae sobre la misma diócesis a la que sirvió”.


De hecho, tal y como ha confirmado a LA VOZ la propia Diócesis de Almería, será el obispado el que siga cubriendo los gastos del cuidado del obispo emérito, Adolfo González Montes, en su nueva etapa madrileña.


Ahora, la Diócesis de Almería tiene que afrontar otro reto: con González Montes se ha marchado su actual secretario, que atendía distintas parroquias de la provincia, dejando vacantes algunas iglesias de Almería que ahora necesitan un sustituto.


Todo ello, sin olvidar el principal reto: afrontar la millonaria deuda económica generada en los veinte años del episcopado de González Montes, que ahora verá el desenlace de los hechos con toda la distancia posible.


Último acto público

De esta forma, y ya instalado en Madrid, la última aparición pública de González Montes en Almería fue el pasado 9 de diciembre, en un acto que no estuvo exento de polémica.


Fue en la bendición del belén instalado en el patio de luces de la Diputación Provincial de Almería. allí, y para sorpresa de muchos, apareció el obispo emérito, invitado por la institución provincial para presidir el acto.


Quedaba así al margen la jerarquía eclesiástica, que estipula que es el propio obispo titular de la Diócesis (en este caso, Antonio Gómez Cantero) el que, ante la imposibilidad de asistir, debe nombrar a la persona que lo represente en el acto en cuestión y que, en este caso, era el vicario general, Ignacio López Román (dejando siempre claro que la propia Diputación tiene potestad para invitar a su acto a quien desee).


La polémica levantó algo de polvareda en las redes sociales que, claro está, quedó en nada. En cualquier caso, aquel acto fue la última aparición pública de González Montes antes de abandonar Almería para mudarse a Madrid.


Temas relacionados

para ti

en destaque