Su primera exposición fue a los 11 años y ya nunca ha parado. Cuatro décadas han pasado desde entonces y Andrés García Ibáñez es un artista de prestigio indiscutible dentro y fuera de Andalucía y España. Posee una cultura abrumadora y una natural sencillez de hombre trabajador. No tiene teléfono móvil porque afirma que “quita mucho tiempo y dispersa”. Nuestra charla transcurre frente a la impresionante y omnipresente mirada de su amigo Carlos Pérez Siquier, junto a nosotros, fotografiado en un enorme primer plano.
A veces dicen de usted que es irreverente, ¿se siente usted cómodo con el calificativo?
En algunas cosas sí, pero la irreverencia hoy es necesaria porque le recuerda al poder que no es tan poderoso, que es más frágil de lo que él piensa, por eso es necesaria.
Soy en eso un poco kamikaze, un poco suicida, pero el espacio interior, la burbuja que me he construido de aislamiento me permite pasar un poco desapercibido y seguir pariendo mis irreverencias.
¿Cómo se lleva con el poder?
Mal, me llevo mal siempre. Por definición soy incómodo para todo el mundo porque no soy una persona a la que las ideologías políticas o dominantes puedan encasillar en un determinado estante, y eso crea desasosiego, pero me da igual.
¿Cómo van los trabajos en El Saliente?
Bien. Han ido en un principio muy rápidos pero ahora entran en una fase más lenta, porque la cúpula del primer ábside, por la temática, me ha permitido resolver con más facilidad. Los dos ábsides restantes, los de la Epístola y el Elvangelio tienen muchísimo más trabajo.
En total voy a pintar 10 cuadros para la iglesia, no solo los frescos de la cúpula y los ábsides sino que voy a decorar las seis capillas y se van a hacer dos retablos nuevos. No creo que vaya a estar todo para el día de la Romería, creo que se va a demorar igual hasta un año más.
¿Siente presión cuando le hacen un encargo así?
Estos encargos son anómalos. En mi caso no tanto porque he hecho mucha obra religiosa, creo que soy el artista español que más ha trabajado para la Iglesia, he pintado iglesias, capillas, basílicas e incluso catedrales, como la de San Salvador en Centroamérica.
En el caso de El Saliente se unen varios factores que para mí son importantes. El primero es el del enclave y el sitio, porque es un lugar y un edificio muy singular, probablemente es el tercer monumento en importancia de la provincia después de la Catedral y la Alcazaba. Además es un edificio inconcluso, algo así como El Escorial de la provincia de Almería.
¿Y emocionalmente?
Un factor que para mí es todavía más importante, y es el de la tierra, por el Santuario han pasado todos mis ancestros familiares y artísticos. A parte del reto de dejar una gran obra para las generaciones venideras, es el compromiso y el diálogo con mis ancestros y eso es algo muy fuerte, porque tengo la sensación de que estoy de alguna forma culminando algo que empezó con ellos, de que la historia ha ido preparando este momento.
¿Hay alguna obsesión que le persiga últimamente?
En música sí. Estos días del Saliente en mi mente suena obsesivamente el Benedictus y el Agnus Dei de la Misa en Re de Beethoven, la gran misa solemne, opus 123. Lo tengo en mi cabeza, me suena a lo largo de todo el día que estoy pintando.
¿Es sensible a las críticas?
Siempre uno es sensible, lo que pasa es que con el tiempo uno a prende a serlo cada vez menos, a tomárselo mejor, y sobre todo depende de quién vengan. Hoy en día todo el mundo opina sobre cualquier tema y todas las opiniones tienen el mismo valor (esa es la gran perversión de nuestra democracia). Es lo que subyace en las redes sociales, cualquiera puede opinar sobre cualquier tema independientemente de su conocimiento y todas las opiniones tienen el mismo valor. Entonces tampoco puede uno tomarse muy a pecho las cosas.
¿Cuales son sus referentes artísticos?
Mi referente absoluto es Goya, que es el artista contemporáneo con más vigencia. Es el más moderno, tiene más vigencia que Picasso, más que los grandes creadores del siglo XX porque en Goya está todo el problema del ser humano. Está contado con una eficacia plástica y filosófica absolutamente arrolladora. Es uno de los grandes pensadores de la historia de occidente y no necesitó escribir ni una línea, todo su pensamiento está en sus imágenes. En Goya no hay escapatoria, no hay salvación, es demoledor, no hay solución para la humanidad, es terrible pero es su verdad, y yo pienso que es la verdad sobre nuestra especie.
¿Cómo le gustaría ser recordado?
No me lo he preguntado nunca. Supongo que como un buen pintor de su tiempo, sin más.
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