El Gran Hotel Almería, el hotel más emblemático del centro de la ciudad de Almería, cambia de propietario, pero no de gestión: la cadena hotelera catalana Ohtels ha adquirido este monumental inmueble, situado en la intersección de la calle Reina Regente con el Parque, al fondo Blackstone. Este fondo norteamericano, motejado como fondo buitre, es el mayor propietario de viviendas de España y se quedó con el Gran Hotel, tras el traspaso que le hizo el Banco Santander, quien, a su vez, heredó el inmueble del embargo que el Banco Popular le hizo a su anterior propietario, el empresario de origen catalán Miguel Rifá i Soler.
Por tanto, el establecimiento hotelero de 105 habitaciones, donde se alojaron muchas estrellas de la época dorada del cine en Almería, tiene nuevo dueño, pero seguirá en las mismas manos de la familia Farriol, con sede en Salou (Tarragona), que lo reabrieron en la Navidad de 2018, después de permanecer cerrado desde 2014 e invertir 1,3 millones en su rehabilitación. Ohtels, que contaba también con la gestión del Ohtels Roquetas (antiguo Zafiro) y con el Ohtels Fénix en Roquetas, obtuvo la gestión mediante el traspaso del arrendamiento cuyo titular de los derechos en ese momento era la compañía Gestión Hotelera Nevada. Ohtels también la llevado la gestión del Hotel Cabogata en El Toyo.
En el caso del Ohtels Roquetas, la cadena catalana rubricó en 2021 una operación inversa al venderle el hotel al fondo norteamericano Sixth Street quien le tiene encomendada la gestión a la compañía francesa de apartamentos Pierre&Vacances, que también tiene una urbanización en Mojácar.
El Gran Hotel Almería fue abierto en 1967 como el primer cuatro estrellas de la ciudad, promovido por un grupo de empresarios locales. En 2004, Miguel Rifá, a través de la Sociedad Predios del Sureste en alianza con Cipsa compró el establecimiento por 22 millones y financiación del Banco Popular a un grupo de 74 accionistas, entre ellos Nicolás Pagán, Jerónimo Tara, la familia Góngora, Pérez de los Cobos y Emilio Sánchez Beltrán, entre muchos otros. Rifá lo mantuvo durante una década con altos y bajos, hasta que un caída de sus acciones en Bolsa hicieron entrar en barrena a sus sociedades, siendo embargado por la Agencia Tributaria y cerrado en 2014 con protestas y plantes de la plantilla de ese momento. El Gran Hotel pasó entonces a las manos del su primer acreedor, el Banco Popular, después al Santander y de éste, dentro de una cartera de activos tóxicos, al fondo Blackstone. A partir de ahí es cuando entró en escena Ohtels, primero como arrendatario, desde hace cinco años, y ahora como propietario en firme.
El Gran Hotel ha creado 35 empleos en este último periodo y fue redecorado en el momento de su reapertura con un guiño a las estrellas de cine y de la música que lo habitaron, con los retratos de Harrison Ford, Clint Eastwood, Steven Spilberg, Sergio Leone, Lee Van Cleef, Brigitte Bardot, Raquel Welch, Sophia Loren, Ringo Star o David Carradine. También se hospedaron en sus habitaciones políticos como Adolfo Suárez y Leopoldo Calvo Sotelo y toreros como Paquirri o Curro Romero. En sus bajo, estuvo radicada la discoteca Play Boy, donde al lado está Viajes Alborán.
Un faro de la ciudad
Cada ciudad tiene su hotel, dejó escrito en un libro el contumaz viajero Manu Leguineche. Madrid tiene su Palace, Nueva York tiene su Astoria, Barcelona su Majestic y Almería, tiene, como un faro de Alejandría, su Gran Hotel. Allí, donde termina la Rambla y empieza a respirarse el salitre, allí, en ese chaflán donde los hijos de los burgueses almerienses jugaban al tenis hace más de un siglo, allí el arquitecto Fernando Cassinello, a instancias de Díaz Quesada, y con el hacer de la Constructora Rodrigón, levantó el que iba a ser el establecimiento para huéspedes más emblemáticos de la ciudad de la Alcazaba.
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