“Me han llamado de Amazon para vender mi cerámica, pero no me interesa“

Entrevisa a Antonio Flores, artesano ceramista

Antonio Flores en su taller.
Antonio Flores en su taller. La Voz
Rosenda Mirón
19:09 • 13 may. 2023 / actualizado a las 20:00 • 13 may. 2023

Exterior. Mañana soleada de primavera junto al Mediterráneo en una tranquila urbanización cerca del mar. Reina la calma, suena estridente el coche en medio del remanso de paz. Atravesamos patios y llegamos al taller: candiles árabes, moldes, piedras que, trituradas y procesadas, acabarán siendo preciosos esmaltes reinan en un espacio que invita a crear. Antonio muestra hornos, arcilla, bocetos, con la calma del artesano, de quien no tiene prisa porque sabe que en la vida hay que entregarse al fuego lento y certero y a ser posible a alta temperatura, para más resistencia, como una buena arcilla.



¿Qué le atrajo de la cerámica para dedicarle su vida?



En el colegio había un maestro que se llamaba D. Pedro, con el que hicimos una actividad de barro y se me quedó grabado. Mi abuelo y mi tío eran herreros, y siempre iba a la fragua, que es algo que tengo pendiente, trabajar con el hierro. Siempre lo tuve claro, no sé si es una bendición o una maldición.



¿Qué aporta aprender en un taller de cerámica?



En general aporta creatividad. El trabajo con el barro es algo muy primario, muy básico, piensa que el origen es de 5 o 6.000 años. Además en los talleres hay una interrelación social. Al que le gusta se engancha, tengo un alumno desde hace 12 años que se ha decorado la casa entera.



Trabajar la cerámica con las manos debe de ser casi una meditación.



Sí, por ejemplo el trabajo en el torno es casi de mantra, de repetición, te hace concentrarte mucho. Hay que conectar con el barro, hay que sentirlo bien. Con la cerámica si te saltas un paso o te sale mal, la arcilla tiene memoria y habrá problemas en el resultado final.



Hay una placa en la puerta de la Junta de Andalucía que dice que su taller es Punto de interés artesanal.

Fui de los primeros junto a los hermanos Los Puntas de Albox a quien declararon maestro artesano. Es como reconocer que aquí se hace artesanía de calidad, es un reconocimiento y una garantía, porque ahora hay mucha gente que se dedica a hacer cerámica pero no tiene formación y esto es un oficio milenario.


En una sociedad tan tecnificada sobrevive algo que está en el origen de las civilizaciones.

En el fondo de cada ser humano hay un elemento primitivo primigenio que le llama mucho la atención. No dejamos de ser lo que somos porque hemos manipulado con las manos, hemos construido. Hay una base escondida que es lo que hace que nos atraiga mucho ese tema.


¿Por eso no desaparecerá?

No, a pesar de las nuevas tecnologías. Por ejemplo a mí me han llamado muchas veces de Amazon para vender mi producto pero no me interesa, yo soy como las sandías: que vengan a mi casa y me compren, producto de proximidad. Para mí no tiene sentido enviar un paquete a Alemania con unos costes elevadísimos y con riesgos. Prefiero que vengan aquí y me compren.


¿Es lo mismo ceramista que alfarero?

Todos trabajamos lo mismo en realidad. La diferencia es que el ceramista conoce más técnicas, tiene más recursos, conoce más materiales. El alfarero hace como una cerámica tradicional, repite más las piezas, aunque hora mismo hay alfareros que están siguiendo la tradición pero evolucionando. Yo no hago mucha distinción ya.


¿Se sigue formando ?

La formación más importante que tengo es el trabajo con mis alumnos, porque yo aprendo mucho de ellos. me plantean problemas que yo quizá no haría por mi línea de trabajo y yo tengo que buscar soluciones, así que aprendo. También leo mucho.


¿Dónde encuentra inspiración?

Intento no mirar muchas cosas. Por ejemplo en Instagram solo sigo a ceramistas japoneses porque es una cerámica muy orgánica, muy relacionada con la naturaleza, me interesa mucho. Me fascina desde siempre la naturaleza, la montaña, los barrancos y ramblas que tenemos aquí, creo que es la tierra lo que me inspira.


¿En qué anda ahora?

Estoy haciendo piezas que se puedan usar, no meramente decorativas, he vuelto un poco a mis orígenes, a hacer piezas sencillas y bonitas, que es muy complicado, que tengan un aspecto orgánico, relacionado con la naturaleza y hacer eso es muy complicado, detrás de eso hay muchísimo trabajo y estudio. Ahora estoy haciendo lo que quiero y eso me ha costado 39 años de trabajo. Cuando me pongo a trabajar no pienso y digo bueno vamos a dejar que las manos digan por dónde vamos.


¿Vivimos un auge de la cerámica?

Tiene mucho que ver la responsabilidad respecto al medio ambiente. Hay gente que ya no compra plásticos, antes había mucha cerámica porque no había plástico. En el mundo tan rápido en el que vivimos la gente quiere un poco de tranquilidad. No es lo mismo comer en un cuenco que en un plato de vidrio o cualquier otro material, es así.


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