Mientras que la gente batallaba por comer a diario, por tener un techo bajo el que cobijarse y poder sacar adelante a su familia, mientras que las madres hacían colas de madrugada para conseguir un puñado de azúcar y un trozo de pan tierno en los rincones del estraperlo, la Iglesia almeriense estaba más preocupada por estar en paz con el Altísimo que por los problemas de subsistencia de sus parroquianos.
Había una deuda pendiente que se tenía que saldar sin demora: la reposición del monumento al Corazón de Jesús que un mes después del alzamiento militar contra la República había sido destruido. Los exaltados volaron el pedestal y destronaron al Cristo para que nadie tuviera ninguna duda de quién mandaba entonces en la ciudad.
Cuando en el año 1943 se hizo cargo de la diócesis el nuevo Obispo de Almería, don Enrique Delgado y Gómez, una de sus primeras decisiones fue movilizar a los sectores más radicales del catolicismo local para organizar lo que se llamó Junta para la Reconstrucción del Monumento al Corazón de Jesús.
En la primera reunión todos estuvieron de acuerdo en que había que volver a levantar cuanto antes al Cristo para que volviera a presidir la ciudad desde el cerro de San Cristóbal, no solo por motivos religiosos, sino también por el significado político que llevaba implícita la reconstrucción de un símbolo que había sido destruido por ‘los rojos’.
Que Almería volviera a estar bajo la protección de aquella imagen significaba que las aguas habían vuelto a su cauce, que Cristo volvía a estar pendiente de todos y cada uno de los almerienses, por los que velaba desde lo alto del cerro como lo había hecho desde aquel 23 de abril de 1930, día en el que fue bendecido el monumento por primera vez.
Las reuniones en el obispado se sucedieron para poner en marcha toda la maquinaria que hacía falta para ejecutar la obra, pero las buenas intenciones chocaron de frente con la realidad del momento, la precaria situación económica que afectaba a toda la sociedad. El municipio no contaba con fondos para invertirlos en una estatua y las arcas de la Iglesias estaban completamente vacías después de casi siete años cerradas.
No había un duro para el proyecto, pero como la necesidad apretaba, como la alta jerarquía católica no podía permitir que Almería estuviera sin la protección del Corazón de Jesús, no tardó en organizarse una cuestación general, primero entre las familias pudientes y posteriormente en los templos para que fueran los propios fieles los que ayudaran con sus limosnas a costear los gastos del futuro monumento.
A comienzos del año 1944, el obispo volvió a convocar a los miembros de la Junta para que se volcaran con la colecta, y para que fueran casa por casa tocando en los bolsillos de los creyentes. En febrero, se acordó empezar los trabajos del monumento con el dinero que ya se había recaudado, y ver hasta dónde llegaba. Lo importante era comenzar y así concienciar un poco más a las almas reticentes de que había que colaborar para que los almerienses volvieran a estar bajo la protección del Señor.
Los trabajos del nuevo monumento se iniciaron en el mes de marzo de 1944, a un ritmo muy inferior al esperado debido en gran medida a la escasez de obreros especializados en el labrado de la piedra. En mayo, dos meses después de que empezaran los trabajos, ya se habían agotado los fondos y hubo que volver a pedir en los templos, donde las damas católicas hicieron una labor fundamental para sacar dinero debajo de las piedras.
Por fin, tras dos años de trabajos y constantes parones, la reconstrucción del monumento al Corazón de Jesús era una realidad. El domingo 28 de abril de 1946, la ciudad celebró a lo grande la vuelta del Cristo protector a la cumbre del cerro de San Cristóbal. Desde las siete de la mañana a las nueve de la noche, miles de almerienses pasaron delante de la imagen que saldaba la deuda espiritual que la ciudad había contraído en los días de la guerra.
Hasta la prensa inglesa se hizo eco del acontecimiento contando en un artículo de periódico que “el nuevo monumento de Almería reemplaza al volado con dinamita por los grupos de izquierdistas durante su mandato en el Gobierno español”.
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