El barrio de Torre Cárdenas era un paraje lejano que se levantaba al otro lado de la carretera de Granada, frente al cementerio de San José, formando parte de un mundo rural que vivía al margen de la ciudad. El lugar estaba salpicado de cortijos, de tierras que habían sido de labor y de restos de balsas que se abastecían a través de un acueducto que cruzaba aquellos senderos trayendo el agua desde la fuente de Benahadux.
La aparición en escena de Antonio Méndez Salvador, un terrateniente emprendedor que había llegado de Rodalquilar, allá por los años sesenta, supuso una auténtica revolución para esta zona a extramuros, que inició un proceso de urbanización extraordinario.
Antonio Méndez era propietario de una extensa finca que iba desde la Cuesta de los Callejones hasta las proximidades de los depósitos de la Pipa. Un territorio aún por explotar que fue urbanizando poco a poco. Una de sus obras más emblemáticas fue la construcción y la puesta en funcionamiento de un camping con cafetería y restaurante, más o menos a la altura donde hoy está el tanatorio. El proyecto tuvo un componente revolucionario, ya que levantar un negocio de estas características en un escenario donde el paisaje no acompañaba, ya que ni había ningún bosque cercano ni ninguna playa que pudieran servir como atractivo para el turismo, era toda una aventura empresarial y un riesgo evidente.
El camping empezó a cambiar el destino del barrio, que unos años después se beneficiaría del llamado Plan de Urgencia de Construcciones Escolares que fue aprobado por el Consejo de Ministros y que significó la construcción en Almería de varios centros educativos modernos. Al tratarse de grandes grupos escolares se necesitaba disponer de terrenos de considerables dimensiones, por lo que el Ayuntamiento de Almería puso su mirada en aquella inmensa explanada de Torre Cárdenas para poner en marcha uno de los colegios. Era un buen escenario porque con el transporte adecuado quedaba a diez minutos del centro de la ciudad en una zona que estaba en pleno proceso de crecimiento con la urbanización denominada ‘Los Apóstoles’, más de quinientas viviendas que entonces estaban en proyecto.
Las autoridades se fijaron en diez mil metros de terreno que eran propiedad de Antonio Méndez y los adquirieron al precio de noventa y cinco pesetas el metro cuadrado. Así nació el colegio Europa, que fue crucial para que el barrio de Torre Cárdenas empezara a integrarse definitivamente en la ciudad iniciando un despegue que sería imparable.
Cuando el colegio llevaba ya un curso funcionando, llegó un nuevo proyecto que le iba a cambiar el rumbo definitivamente a la zona. En el verano de 1973 el entonces presidente de la A.D. Almería, Ángel Martínez, en representación del club, le compró a Antonio Méndez Salvador los terrenos para construir el nuevo campo de fútbol de la ciudad, que tres años después, en 1976, culminaría el recordado Antonio Franco Navarro.
El barrio de Torre Cárdenas tenía su camping, su vanguardista colegio nacional, su campo de fútbol que se convirtió en el templo deportivo de la ciudad, y estaba a punto de erigirse también en el epicentro de la sanidad almeriense, ya que un año después de la inauguración del estadio se llegó a un acuerdo para establecer allí la nueva residencia de la Seguridad Social. Los terrenos elegidos eran también propiedad de Antonio Méndez, más de ciento veinte mil metros cuadrados que el Instituto Nacional de Previsión compró por algo más de treinta y cinco millones de pesetas.
El Hospital de Torrecárdenas fue el último empujón para que el barrio frente al cementerio se uniera para siempre al centro de la ciudad. La barriada se había hecho mayor de edad creciendo sobre los terrenos de Antonio Méndez, al que los vecinos y el municipio homenajearon poniéndole su nombre a la plaza principal de la barriada.
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