Los Maños forman parte de la historia de la ciudad y de nuestras pequeñas historias familiares desde aquella primera vez en la que en una noche de Feria probamos su néctar sagrado. Hablar de los Maños nos evoca aquellos días felices cuando pasar por su caseta era una obligación.
Durante años, la caseta del vino dulce de los Maños fue ese punto de referencia que solíamos escoger con frecuencia los almerienses para encontrarnos. Recuerdo que a comienzos de los años setenta los magnates del vino de la feria se colocaban enfrente del Gran Hotel Almería, un lugar estratégico, ya que estaba en el corazón del recinto ferial, a mitad camino entre el Paseo, que era donde empezaba el espectáculo, y el puerto, hasta donde llegaba la tramoya.
Vino dulce había en todos los bares, en cualquier calle, en cualquier barrio, pero por un motivo exclusivamente de contexto, ninguno nos gustaba tanto como aquel Cariñena que queríamos imaginar que salía de los pies de los dos maños de cartón piedra que pisaban la uva en el decorado de la caseta. Aquel vaso de Cariñena con su barquillo de canela reglamentario nos hacía sentir que estábamos de verdad en la Feria, y si en vez de un vino eran dos, la Feria nos llevaba en volandas y nos sentíamos los más afortunados de la tierra.
Su presencia en la memoria de la ciudad está tan presente como lo pueda estar la noria y el tío vivo, o como lo estuvo en su tiempo el Teatro Chino o la caseta de los bocadillos de los Díaz. Los Maños son un símbolo que tienen tanto peso que ahora, una pareja de empresarios está ultimando un proyecto para montar la famosa caseta del vino en el Mercado Central. Para esta aventura, han puesto su mirada en la zona central de la Plaza, en una mesa que tiene el cartel de ‘Se traspasa’ y en un espacio vacío que quedó enfrente, dos escenarios situados estratégicamente que pueden ser idóneos para montar este tipo de negocio.
El primer paso, después de encontrar el escenario adecuado, es contar con la aprobación del ayuntamiento porque su montaje requiere la presencia de las figuras de los históricos Maños que son el principal reclamo del negocio, por lo que han puesto el proyecto en manos de un decorador para posteriormente presentarlo ante las autoridades competentes.
La posible presencia de Los Maños en el Mercado Central de Abastos podría acelerar el destino de la Plaza, abocada a convertirse en un parque temático donde reinen los bares por encima de los puestos tradicionales de carne, fruta y verdura. Por ahora ya se han instalado dos bares con sus espacios para mesas y sillas y se espera que en los próximos meses puedan ir llegando nuevas iniciativas aprovechando las seis mesas y las dos barracas que han quedado desiertas. El interior de la Plaza sigue los mismos pasos que la zona de circunvalación, que desde que terminó la pandemia ha quedado ocupada mayoritariamente por establecimientos de hostelería. Esta eclosión de bares es una respuesta a lo que demanda la población. Manda el tiempo libre, el ocio, la fiesta, y se imponen los negocios de hostelería que son los únicos que pueden animar la decaída actividad comercial del centro de la ciudad. Tal y como está el panorama la única posibilidad de triunfar en el centro sin correr demasiados riesgos es poniendo un bar.
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