No es muy voluminoso el libro de texto donde se estudian los políticos almerienses con influencia en la formación de gobiernos en España. Tenemos un paisano que fue presidente de la primera República, Nicolás Salmerón (Alhama de Almería, 1838- Pau, 1908), pero su paso por el Gobierno fue efímera, apenas 50 días, si bien es verdad que su renuncia al cargo se produjo por una causa noble, como fue su negativa a firmar una pena de muerte. En la aún joven democracia la presencia de almerienses en los sucesivos consejos de ministros tampoco ha sido profusa: solamente José Barrionuevo Peña (Berja, 1942), que fue ministro de Transportes y de Interior con Felipe González, y José Guirao Cabrera (Pulpí, 1959-Madrid, 2022), ministro de Cultura bajo la presidencia de Pedro Sánchez.
El resultado de las elecciones generales del 23-J ha arrojado un claro ganador, Alberto Núñez Feijóo, pero no está claro que esa victoria en las urnas sea aval suficiente para hacerlo inquilino del Palacio de la Moncloa. La Constitución española establece una modalidad de sistema parlamentario por la que resulta elegido presidente del Gobierno quien consiga en primera votación la mayoría absoluta del Congreso de los Diputados, o en segunda, quien consiga mayoría simple en el plazo de dos meses de la primera votación. Todos los indicios apuntan a que el político gallego no conseguirá la investidura, pero esos mismos indicios no señalan con seguridad como vencedor al secretario general del PSOE, Pedro Sánchez. Si ninguno de los dos candidatos resulta elegido, los españoles nos veremos abocados a una nueva cita con las urnas.
Prácticamente ningún grupo político con representación parlamentaria desea una repetición de elecciones. Sería una opción solamente aceptada por el Partido Popular, y únicamente en el caso de que no fuera elegido su candidato. Todos los demás partidos consideran que tienen más que perder que ganar. Toca, pues, agotar todas las vías de negociación hasta conseguir que uno de los dos candidatos obtenga finalmente la confianza de quienes ocupan un escaño en la cámara baja.
La decisión de los españoles vertida en las urnas ha querido que dos partidos catalanistas –Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) y Junts per Catalunya (Junts)- sean fundamentales para aupar a uno de los dos candidatos a la presidencia del Gobierno. Y la casualidad ha querido que, esta vez sí, dos personas relacionadas con Almería, por ser descendientes de almerienses, jueguen un papel fundamental en las negociaciones entre partidos y en la elección final. Estas dos personas son Carles Puigdemont, el todopoderoso jefe de Junts, y Pere Aragonès, presidente de la Generalitat de Catalunya y hombre clave a la hora de que ERC decida investir o no a Pedro Sánchez.
La descendencia almeriense de Carles Puigdemont le viene de parte de una de sus abuelas, la materna, llamada Manuela Ruiz Toledo, nacida el 12 de abril de 1905 en La Carolina (Jaén). Era jiennense de nacimiento, pero almeriense de raíces por varias generaciones. El padre de Manuela –y, por tanto, bisabuelo de Puigdemont- era José Ruiz Valdivia, un joven de Dalías que, cuando apenas llevaba unos meses casado, abandonó su pueblo natal en busca de nuevos horizontes laborales. El único oficio que José conocía para buscarse la vida era el de minero. La madre de Manuela y bisabuela de Puigdemont era Joaquina Toledo Valero, de Cuevas del Almanzora. El matrimonio tenía 30 y 27 años, respectivamente, cuando fueron padres de la niña abuela del hoy eurodiputado prófugo de la justicia.
El matrimonio almeriense de los Ruiz Toledo emigró a Cataluña con sus dos hijas cuando la menor tenía diez años. A principios del siglo XX las minas de La Carolina empezaban a dar síntomas de agotamiento y las de la vecina Linares no presentaban mejores horizontes. José y Joaquina no lo dudaron y, como tantas otras familias de andaluces, subieron en el popular tren conocido como “El Catalán” –este medio de transporte se dedicaba casi de forma exclusiva a llevar emigrantes andaluces a Cataluña- y se plantaron en Barcelona, una provincia que tenía por delante nada menos que el incentivo económico de la Exposición Universal de 1929.
Las raíces almerienses de Carles Puigdemont no se reducen a sus bisabuelos José y Joaquina. Sus tatarabuelos también eran de nuestra provincia. Por parte de su bisabuelo José, su tatarabuelo, Gabriel Ruiz, y su tatarabuela, Rosalía Valdivia, eran de Dalías. Por parte de su bisabuela Joaquina, sus tatarabuelos Francisco Toledo y Margarita Valero eran naturales de Cuevas del Almanzora, entonces Cuevas de Vera. En la actualidad tanto en Dalías como en Cuevas los parientes lejanos de Carles Puigdemont se cuentan por decenas. Curiosamente, el líder del secesionismo catalán nunca ha estado en los pueblos de sus ascendientes andaluces de Jaén y Almería.
Si la raíz almeriense de Carles Puigdemont era una de sus bisabuelas, por parte de Pere Aragonès i García las raíces almerienses son más cercanas. Su madre, María García Ridao, nacida en Pineda de Mar (Barcelona) el 20 de julio de 1954, es hija de un matrimonio oriundo de Palomares (Cuevas del Almanzora). El abuelo materno del presidente de la Generalitat se llamaba Antonio García Flores, y tenía 45 años cuando su esposa dio a luz. La abuela se llamaba Juana Ridao García, que dio a luz a la madre de Pere cuando tenía 39 años. Tanto Antonio como Juana descendían de familias de Cuevas del Almanzora asentadas en el municipio desde tiempos inmemoriales.
Que ambos abuelos maternos de Pere Aragonès sean naturales de Cuevas del Almanzora no es casualidad. En la postguerra la emigración masiva de almerienses hacia tierras catalanas fue particularmente notoria en Cuevas del Almanzora y sus pedanías. Era habitual que en Cataluña, y particularmente en Barcelona, se asentaran en lugares cercanos los emigrantes procedentes de un mismo municipio almeriense. Los que provenían del municipio cuevano eran tantos que estaban distribuidos por prácticamente toda Cataluña. Antonio García Flores emigró a tierras catalanas cuando aún estaba soltero. Fue allí donde conoció a su esposa, asentándose el matrimonio en el municipio de Pineda de Mar, donde nació María, la madre de Pere. Allí viven todavía madre e hijo.
Así como Carles Puigdemont tuvo conocimiento de sus antepasados andaluces por una partida de nacimiento de su bisabuela Manuela Ruiz Toledo que le entregó una expedición de vecinos de La Carolina que giró visita al Palau de la Generalitat, no es el caso del actual presidente de la Generalitat, que con frecuencia hace alusión al origen de Palomares de sus abuelos Antonio y Juana. En su debate de investidura como presidente, Aragonés fue interpelado por el portavoz de Vox, Ignacio Garriga, que le recriminó no hacer nunca uso del idioma español en sus intervenciones. El candidato se sintió molesto y contestó que se sentía muy orgulloso de sus raíces de Palomares. “Que nadie patrimonialice –exigió- los orígenes de una parte muy importante de la ciudadanía de este país”. El diputado de ultraderecha aconsejó al candidato Aragonès que lleve a la práctica este orgullo hablando castellano en el pleno y no renegando de la lengua de sus antepasados.
Marc Villanueva, periodista de “El Nacional”, ha resaltado en alguna ocasión el enorme parecido entre Pere Aragonès y su madre, a la que familiarmente llama “la mama”: “Pelo muy corto, sonrisa ancha, gafas redondas... Son exactamente iguales”. El político ha colocado en Instagram una foto con su madre, y la reacción de sus seguidores ha sido unánime: “¡No hace falta que lo digas: sois iguales!”, “Qué foto más bonita y compartís la misma sonrisa...”.
La abuela Juani siempre tuvo una relación muy estrecha con su nieto. Pere Aragonès suele alardear de sus cualidades como cocinero y el origen de las mismas está en los platos que le cocinaba su abuela de Palomares.
Pere Aragonès, militante de un partido de trabajadores y tradicionalmente obrero, siempre ha alardeado de los orígenes humildes de sus abuelos maternos. No ocurre igual con su familia paterna. Su abuelo Josep Aragonès fue alcalde durante los últimos años de la dictadura franquista, fundador y concejal de Alianza Popular y notable empresario del Maresme. Y su padre, Pere, fue concejal de CiU de Pineda entre 1991 y 1995. La familia sigue siendo titular de importantes negocios hoteleros, si bien Pere Aragonès se desvinculó de su gestión tras entrar en política.
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