La banda más ‘pesada’ de la Feria

En los años 60 la Banda Municipal estaba en todos los actos importantes de la Feria

La Banda de Música Municipal haciendo el pasacalles tradicional que recorría las calles del centro de camino a la Plaza de Toros.
La Banda de Música Municipal haciendo el pasacalles tradicional que recorría las calles del centro de camino a la Plaza de Toros.
Eduardo de Vicente
21:26 • 22 ago. 2023

Si había almerienses que terminaban hartos de la Feria esos debían de ser los músicos de la Banda Municipal, que no paraban durante diez días de trabajar, desafiando la humedad y el calor sofocante de aquellas tardes de toros cuando a fuerza de pasodobles eran capaces de salvar una corrida en medio de los bostezos del respetable.



Aquel oficio estajanovista empezaba el primer día, cuando los sacrificados músicos aparecían con sus inmaculados uniformes en la cabalgata anunciadora y terminaba el último domingo en la procesión de la Virgen del Mar



El día de la cabalgata, los expertos músicos de nuestra banda tenían que competir mano a mano con la banda de cornetas y tambores del cuartel, que tenía mucho tirón popular, y con la modesta banda que componían los Flechas Navales, aquellos hijos de pescadores que desfilaban como militares por las calles de la ciudad y que también formaban parte de los actos de nuestra Feria.



Los sufridos músicos de la Banda Municipal no podían permitirse el lujo de trasnochar todos los días, ya que tenían que levantarse temprano para participar en las dianas de gigantes y cabezudos, que en los años sesenta iban acompañadas por estos grandes maestros. Allí iban los gigantes bailando por las calles de los barrios al son de los pasodobles y allí iban los cabezudos, cerca de un centenar, persiguiendo muchachas a botijazos mientras los músicos profesionales se preguntaban aquello de “que pintamos nosotros aquí”.



La tarde de la batalla de flores, en las que nuestras fiestas alcanzaban el éxtasis infantil, era un plato fuerte para la banda, lo mismo que cuando había corridas de toros casi todos los días y los músicos no solo tenían que estar presentes en el coso para amenizar el festejo, sino que además protagonizaban un pasacalles en plena canícula, en el que recorrían las calles del centro de  camino a la Avenida de Vílches. Parecía que iban de boda con sus chaquetas blancas y sus corbatas negras, desafiando las altas temperaturas.






La Banda Municipal era la más ‘pesada’ del mundo en la Feria y por si no tenía bastante con cabalgatas, batallas de flores y toros, también se ganaba el sueldo dando conciertos en el kiosco de la música que existía en la plaza frente al edificio de Correos.



De esa forma de entender la profesión sin descanso, de esa dedicación permanente tenía mucha culpa el recordado y querido director don Eusebio Ribera. Don Eusebio, que había destacado en su juventud en la Banda del Regimiento de la Corona, fue una figura crucial en la reorganización de la Banda Municipal al terminar la Guerra Civil. Una de sus obsesiones fue la formación de niños, por lo que en 1941 consiguió que el Ayuntamiento le cediera una casa en la calle del Matadero para instalar una academia que pronto se convirtió en la cantera de la Banda Municipal. 


Don Eusebio Rivera realizó un trabajo incansable visitando los colegios de los barrios y los grandes centros escolares de la época para reclutar muchachos con aptitudes y vocación musical. A las cuatro de la tarde, el maestro abría las puertas de la academia para esperar a los niños que iban llegando después de la salida del colegio. Se adaptaba a cualquier horario para que ningún discípulo se quedara  sin su lección diaria de solfeo. Eran jornadas interminables que se prolongaban hasta las diez de la noche, cuando terminaba de ensayar la Banda Municipal.


Don Eusebio no fue sólo el músico de referencia de varias generaciones de niños, sino que también fue un gran pedagogo que se preocupó por aspectos esenciales de la educación de sus alumnos


En aquellos tiempos la Banda Municipal formaba parte de la vida de la ciudad y estaba presente en todos los actos oficiales que se celebraban. Tocaba en la Romería, en la procesión del Corpus, con la Patrona, en las dianas de gigantes y cabezudos de la Feria, en las corridas de toros, en las fiestas de los pueblos, en el acto del Pendón. En Semana Santa participaba en el desfile de la cofradía del Entierro y amenizaba los Oficios del Jueves Santo en La Catedral. El día de la Candelaria, el dos de febrero, la Banda salía tocando desde la Plaza Vieja hasta La Catedral, acompañando el recorrido de las autoridades. Los domingos, a las doce, protagonizaban conciertos multitudinarios en el quiosco de la música del Paseo y en las tardes de los veranos actuaba bajo los árboles del Parque.


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