Para muchos almerienses, la Virgen del Mar representó el calvario personal de las familias que tuvieron que sufrir las represalias y las persecuciones durante los años de la guerra civil. La Patrona se salvó de la quema gracias una familia que la escondió y su imagen fue utilizada después como símbolo de la resistencia y fue paseada por las calles y aclamada como si acabar de volver del frente con la victoria entre las manos.
Uno de los primeros actos para festejar la llamada por muchos ‘Liberación’, nada más terminar la guerra, fue la procesión multitudinaria que se organizó para “exteriorizar el regocijo popular al ser conocida y divulgada la noticia de que la Patrona había sido salvada”.
Detrás de aquella gesta que impidió que la imagen de la Patrona sucumbiera como tantas otras en la ciudad, había una familia que corrió el riesgo de esconder a la Virgen en los días más complicados.
Carolina Pérez Yebra, una de las hijas de la familia que recibió a la Virgen del Mar en su casa, contaba que en los días que siguieron al alzamiento, cuando la agitación antirreligiosa amenazaba a todo lo que oliera a incienso y a sotana, corrió el rumor de que un grupo de exaltados estaba planeando el asalto a la iglesia para destrozarla y de paso quemar la imagen de la Patrona. Ante esta posibilidad, su padre, Lorenzo Pérez Gallardo, junto a sus tíos José y Angustias, decidieron jugarse la vida y unas horas antes del anunciado asalto entraron en el camerino de la Virgen y con la colaboración del padre dominico fray Aquilino Marina, rescataron a la Patrona dejando en su lugar una mascarilla de la imagen con un manto, que simulaba la talla auténtica. Cuando los exaltados prendieron fuego a la iglesia, muchos creyeron que también había ardido la Virgen del Mar, pero no fue así. La imagen verdadera fue conducida a la casa de la familia Pérez Gallardo, en la misma plaza de Santo Domingo, donde años después estuvo el sanatorio. Era la vivienda familiar y donde tenían sus despachos los dos hermanos: Lorenzo que era procurador y José, que era abogado.
El rescate de la Virgen los colocó en una posición extremadamente peligrosa, ya que en el caso de ser descubiertos nadie dudaba de que serían condenados a muerte. El riesgo era máximo, pero su vinculación espiritual con una imagen que veneraban desde niños, los empujó a dar el paso. Envolvieron la talla en una sábana vieja y la escondieron en la estrecha escalera de caracol que comunicaba toda la vivienda desde el piso abajo hasta la azotea. En uno de los tramos de la escalera, debido al deterioro, se acumulaba un montón de escombros, y allí, entre cascotes y arena, decidieron depositar a la Virgen.
Cuenta Carolina Pérez Yebra que tanto su padre como sus tíos guardaron bien el secreto y que sólo ellos supieron que allí, en la escalera de caracol, tirada en medio de una sábana, estaba escondida la Patrona de Almería. A pesar de absoluta prudencia de la familia, el chófer de la familia los denunció por colaboración religiosa, y en más de una ocasión la casa de la Plaza de Santo Domingo fue visitada y sometida a registro por los milicianos, que no encontraron lo que iban buscando, pero que acabaron deteniendo al hermano mayor, Lorenzo, que fue encarcelado en la prisión del Ingenio. En los últimos meses de la guerra, los otros dos hermanos, José y Angustias, tuvieron que refugiarse en Alhabia, donde la familia tenía fincas.
La Virgen del Mar permaneció escondida en la casa de los Pérez Gallardo hasta que terminó la guerra. En la mañana del domingo 9 de abril de 1939, con la ciudad en manos de las tropas de Franco, la ciudad festejó la noticia de la salvación de la imagen, llevándola en procesión por las calles principales del centro. Cuando la multitud llegó a la Plaza de Santo Domingo, volvieron a la Virgen hacia la fachada de la vivienda de sus salvadores, en señal de agradecimiento.
Lorenzo Pérez Gallardo sostuvo durante el resto de su vida, que en sus años de prisión en el Ingenio estuvo varias veces rozando la muerte, y que se había salvado gracias a la ayuda de Virgen y de su constante apoyo espiritual.
Lorenzo fue un personaje muy célebre en Almería, no sólo por haber salvado a la Patrona, sino porque fue durante años decano del colegio de procuradores, además de un importante cosechero de Terque, pueblo al que estaba ligado desde que en 1918 contrajo matrimonio con Dolores Yebra Rittwagen, hermana de la farmacéutica del pueblo.
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