Careaga: otra obra municipal ‘hecha un cristo’

Tres años después de su ‘bendición’ el enlosado presenta grietas, hundimientos y desperfectos

La Policía Municipal ha tenido que actuar esta semana ante el hundimiento de una arqueta.
La Policía Municipal ha tenido que actuar esta semana ante el hundimiento de una arqueta. La Voz
Eduardo de Vicente
20:05 • 03 feb. 2024

Las obras de la Plaza Careaga se hicieron eternas en su día, sufrió la crisis del Covid que detuvo los trabajos durante semanas y después hubo que modificar el proyecto inicial para poder seguir adelante. Los vecinos sufrieron las consecuencias y el lugar estuvo levantado a lo largo de varios meses hasta que por fin, en diciembre de 2020 se pudieron reanudar los trabajos. No se sabe bien si por culpa del parón que obligó después a acelerar la marcha o por incompetencias generalizadas, el remate de las obras estuvo sembrado de errores que se vieron reflejados en el enlosado de la plaza: losas desniveladas, losas agrietadas desde el primer día…



Aunque los desperfectos eran visibles, fueron pocos los que repararon en ellos, aunque lo más sorprendente fue que cuando en el mes de enero del año 2021 el entonces alcalde, señor Pacheco, y la concejala de Urbanismo, señora Labella, se presentaron en la plaza para inspeccionar el estado de las obras una vez que habían finalizado los trabajos, hicieron la vista gorda o no se fijaron en las chapuzas que se habían cometido.



Hoy, tres años después de que nuestras autoridades festejaran por todo lo alto la puesta en valor de la nueva Plaza Careaga, ya ha pasado a formar parte de la lista de obras municipales chapuceras, como lo puede comprobar cualquier almeriense que se dé una vuelta por aquel escenario y se encuentre con el edificante panorama de una cinta de barrera colocada por la Policía Municipal en la esfera luminosa y en uno de los socavones que se han formado en el pavimento por el hundimiento de las losas. 






Si uno recorre con detenimiento la plaza y se va fijando en el suelo, se encuentra con que el enlosado que tanto se celebró en su día se encuentra ‘hecho un cristo’. Las causas de este deterioro hay que buscarlas primero en las prisas con que se remataron las obras debido al retraso que estaban sufriendo, y en segundo lugar al castigo que sufre un suelo pensando para una calle peatonal cuando tiene que soportar el tránsito de coches. En teoría, tanto la Plaza Careaga como la calle Emilio Ferrera están cerradas al tráfico, salvo el que generen en la carga y descarga los vecinos que habitan allí, pero la realidad dice que siguen cruzando los coches y que no se respeta la peatonalidad. 



Otro problema con el que tiene que convivir a diario esta céntrica plaza de la ciudad es el de los perros, o mejor dicho, el de los dueños de los perros que dejan que sus mascotas orinen las esquinas y depositen después sus excrementos en el suelo con absoluta impunidad. Los hay que disfrutan viendo a sus queridos animales jugueteando por los setos que rodean la plaza y escarbando entre las flores. Otro inconveniente que mina la vida de la Plaza Careaga es la presencia constante de personas sin hogar que habitan en uno de sus soportales, donde instalan sus mantas de abrigo y sus colchones, y la existencia de un solar que lleva dos décadas abandonado, convertido en una escombrera infame. Esta estampa de miseria parece más propia de un arrabal deshabitado que de un espacio del centro de la ciudad. El solar presenta un aspecto tan deprimente que lo único que se salva en su interior es el rincón donde vive un inquilino sin techo que lleva tres años ocupando la parte menos visible del solar. Por lo menos se preocupa por pasar la escoba por donde duerme y de tener más o menos ordenadas las bolsas donde guarda sus enseres y su equipaje.





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