Antes de que Almería tuviese su hombre del tiempo, creo recordar, Eugenio Martín Rubio, que salía por la televisión justo después del mítico Mariano Medina. En esta ciudad llovía o no lo hacía en función del color del cielo en la zona de Poniente, justo encima del barrio de Pescadería-La Chanca. Primero los pescadores y luego los agricultores rendían culto a los buenos pronósticos a la hora de salir a pescar o abrir la compuerta para llenar las balsas de riego.
Se está perdiendo con el paso de los años pero padres y abuelos seguro que recuerdan que antes de las borrascas y las actuales DANAS (Depresión asilada en niveles altos de la atmósfera), cuando había que atarse los machos por las salidas de las ramblas era justo cuando se ponía negro el cielo y caía la mundial.
El temido Rincón de las Panochas era un dicho popular, igual porque las panochas se colgaban mirando hacia esa zona en las casas, da igual, el tema es que si el cielo se ponía negro llovía y si las nubes llegaban del Levante solo caerían cuatro gotas.
Nuestros abuelos se fiaban más del Rincón de las Panochas que de los pronósticos de Eugenio Martín Rubio que hasta se apostó afeitarse el bigote y se quedó sin él. Vaya tela.
Marineros
Para los hombres de la mar la mirada al cielo por su barrio de Pescadería era el mejor de los indicativos antes de salir a faenar, porque si estaba nublado ya era noticia en la ciudad. El temporal es más duro en el mar y se tomaban muchas precauciones atendiendo siempre a los marineros más veteranos que eran los que sabían del tiempo, y de los vientos que también daban datos fiables antes de hacerse a la mar o quedarse en puerto.
Los barcos amarrados ya eran indicativo de que iba a caer agua y los vecinos de Pescadería-La Chanca tomaban precauciones con las ramblas del barrio que tanto daño hicieron a lo largo de la historia. Muchos secretos de los hombres de la mar empezaban mirando el color del cielo.
Agricultores
Para los reyes de la vega de Almería el peligro también era el Rincón de las Panochas pero lo colocaban justo al final de la Rambla de Belén, donde el IKEA, porque desde allí partía con furia el agua que anegaba el centro de la ciudad y se llevaba todo lo que había en el cauce hasta morir en el mar. Las ramblas de Iniesta, Amatisteros, como la de Maromeros, acudían fieles a la cita con la lluvia en aquellas Gotas Frías que luego dieron paso a las DANAS.
Si la cosa no se ponía fea los cortijos de La Molineta se encargaban abriendo las compuertas de las balsas de ir conteniendo el agua y haciendo acopio de esa vida para nuestro campo que era el liquido elemento. Todavía se pueden ver los diques a base de piedra que iban frenando la velocidad del agua rumbo al mar.
No fallaban en los pronósticos nuestros agricultores que sabían ordenar el paso de las aguas por sus fincas, y dejar que siguiera su curso para los que vivían más abajo. Porque un buen ‘jarreón’ en el Rincón de las Panochas salvaba muchas cosechas en la huerta almeriense.
Agoreros
En esta tierra que mira al cielo pocas veces cuando de lluvia se trata, siempre había en la puerta del Mercado Central esos agoreros capaces de decir a las señoras que volvieran pronto a casa porque estaba negro el Rincón de las Panochas y muchas lo hacían porque era una tradición que se iba pasando de padres a hijos, y siendo tierra de secano la nuestra, los daños por las inundaciones han sido enormes a lo largo de los años.
Los días que nacían con sol y luego el cielo se ponía negro son los más complicados porque es el anuncio del agua. Hubo días de 100 litros por metro cuadrado y desgracias familiares, siempre con el aviso a navegantes de que el Rincón de las Panochas estaba negro.
Aciertos
El hombre del tiempo antes como ahora con las nuevas tecnologías, no lo ha tenido nada fácil a la hora de pronosticar el tiempo en Almería ya que nuestra provincia tan montañosa ofrece condiciones muy especiales a la hora de acertar de pleno.
Basta que se anuncien lluvias para que nos comamos el plato de migas a pleno sol o que hablen de tiempo seco y soleado y tengamos que sacar el paraguas. No es fácil acertar, y cuando nos vamos a la cama sabiendo que va a llover brillan las estrellas en la madrugada y cuando se habla de buen tiempo las nubes tapan el sol.
Yo por si las moscas antes de nada miro al Rincón de las Panochas por si las moscas.
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