El camino del Mesón Gitano

El 18 de julio de 1959 se inauguró el camino de subida al tercer recinto de la Alcazaba

Camino de acceso al tercer recinto de la Alcazaba a comienzos de los años 60, recién inaugurado.
Camino de acceso al tercer recinto de la Alcazaba a comienzos de los años 60, recién inaugurado.
Eduardo de Vicente
19:46 • 20 feb. 2024

Hasta el otoño de 1958, cuando el Gobernador Civil, Ramón Castilla Pérez, se tomó en serio el proyecto de abrir un nuevo camino de acceso a La Alcazaba, rodeando su ladera meridional hasta alcanzar la torre del Homenaje, aquella franja del cerro que miraba al mar formaba un pequeño suburbio. Nunca llegó a ser un barrio, como mucho fue una aldea donde las casas y las cuevas aparecían salpicadas a lo largo de la loma, dibujando un extraño paisaje con un denominador común: la pobreza de sus gentes y sus formas de vida primitivas. No tenían más agua potable que la de los caños públicos y no conocían otra luz que la de los candiles y las velas que utilizaban para alumbrarse dentro y fuera de las viviendas. 



En los años posteriores a la guerra civil, la época de mayor pobreza en la que la gente tuvo que buscarse un refugio en los rincones más inverosímiles, la zona, conocida como el Huerto del Sereno, se fue poblando hasta formar una pequeña barriada de casas-cuevas. En apenas treinta casas vivían ciento cincuenta vecinos, dato que refleja las condiciones de hacinamiento que se daban en muchas viviendas donde en apenas dos habitaciones aparecían familias de ocho y hasta nueve miembros. 



El Huerto del Sereno era un rellano que colgaba del cerro, un lugar con unas impresionantes vistas de la bahía, pero que no reunía las condiciones para ser habitado, ya que estaba amenazado constantemente por los continuos desprendimientos de tierra que se producían en la ladera de La Alcazaba cada vez que llegaban las lluvias torrenciales. 



En apenas una década la zona se fue despoblando y a mediados de los años cincuenta la mayoría de las cuevas estaban deshabitadas y sólo quedaban en pie cuatro viviendas con apenas veinte vecinos. 



A medida que se fue quedando sin gente, el Huerto del Sereno se fue transformando en un lugar de desahogo de los barrios de San Antón y el Reducto. Allí subían los niños a jugar a las guerrillas, a coger pájaros y a trepar por las rocas; en el rincón de poniente,que lindaba con la muralla que separaba la zona del barrio de Chamberí y  las cuevas del Pecho, aparecía un emplazamiento que llamaban el Puntalillo, un recodo entre las piedras y los matorrales que durante décadas fue el urinario público del barrio.



Unos metros más abajo, frente a la torre de entrada a la fortaleza, aparecía el callejón Mina, que había surgido también de una pequeña explanada. El rellano, que formaba un patio interior, era como un estrecho descansillo en la ladera, un hueco que moría a los pies de una cueva profunda que penetraba en las entrañas de la montaña de La Alcazaba. El callejón Mina siempre estuvo habitado y en los años cincuenta, cuando empezaron a construir el nuevo camino, formaba un poblado de diez casas y medio centenar de vecinos



La obsesión del gobernador era acercar un poco más la Alcazaba a la ciudad, aprovechando la revalorización del monumento. Los trabajos de reconstrucción, iniciados por el arquitecto Prieto Moreno en los años cuarenta, sirvieron para que Almería recuperara su ‘fortaleza’ más preciada. En agosto de 1955 se organizaron allí los Festivales de España, un acontecimiento que sirvió para presentar oficialmente la nueva cara de la fortaleza.  El éxito social que supuso la organización de los festivales animó a Ramón Castilla a promover la construcción del nuevo camino de acceso para que se pudiera subir en coche hasta el tercer recinto



En septiembre de 1958, el Gobernador puso a disposición del municipio la cantidad de quinientas mil pesetas para que se iniciaran los trabajos del nuevo camino. Antes, hubo que expropiar las últimas viviendas que quedaban en pie en esa franja del cerro, un total de veinte casas que costaron trescientas mil pesetas al ayuntamiento. Fueron nueve meses de intenso trabajo, donde se empleó mucha mano de obra, gran cantidad de picos, palas y espuertas y escasa maquinaria. Hubo que arrancar rocas, extraer de raíz algunos árboles moribundos e inventarse un sendero decente en un tramo robado a la montaña


El 18 de julio de 1959, día de fiesta nacional, se inauguró el camino de acceso que suponía poder alcanzar el último recinto bordeando el cerro, con la posibilidad de subir en coche. La nueva carretera facilitó la organización, en el mes de agosto, de los Festivales de España, ya que los camiones repletos con la tramoya que requerían los espectáculos pudieron entrar directamente hasta la parte más alta de La Alcazaba.


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