Gabriel Torres Escoriza. 63 años. Autodidacta. Vio la luz en Pescadería y ha vivido en El Quemadero. Era un niño aún cuando José Columna –padre del juez Luis Columna y maestro del colegio Ave María-, le dijo: “¿Tú a qué te quieres dedicar?”. A los 13 años le abrieron las puertas del taller de Francisco López. Allí estuvo una década como ebanista y, cuando aprendió el oficio, nació el Gabriel tallista e imaginero.
En la Plaza Bendicho laboraba Juan Manuel Llamas Campoy. Tenía Gabriel 23 años. “¡Gracias por enseñarme”, le dijo aquel imberbe joven. “¡Te he enseñado (...) porque tú ya sabías!”. Pero este hombre humilde no entendió entonces aquel enigma. Hoy, consagrado como uno de los grandes artistas de la talla, sabe el genio que hay talentos que vienen de sangre. Gabriel crea cuando el espíritu se lo manda. Y si no hay musas, a otra cosa.
Desde el 2008 hay un cuadro suyo en el Claustro de la Catedral de Almería: el Sol de Villalán. Y hace unos meses fue acogido por un foro cultural silencioso, mas revolucionario, la asociación Berjarte. Hasta mediados de mes expone en la Catedral, por su 500 aniversario, junto a otros pintores y fotógrafos. Es su gran reconocimiento.
Gabriel Torres pasa las tardes encerrado en su taller, asido a la vieja costumbre medieval de darle tiempo y amor a la creación y evitar que dos obras se parezcan en algo. Solo así, con su estilo barroco, un bajorrelieve deja de ser un trozo de materia prima para trascender como una pieza única. Elevada. Y mística. Solo cuando le saluda, cada anochecer, el perro del vecino, Gabriel deja la madera. Pero luego vuelve y es su mujer quien le recuerda que el tiempo pasa más deprisa de lo que él –y sus creaciones- creen.
Va José Columna y le dice que qué quería ser de mayor. Qué le dijo usted.
Fue la primera persona que se dio cuenta de que me gustaba el arte. Cuando pasaron unos años me preguntó qué quería ser de mayor. Y yo le contesté: “Voy a ser tallista”.
Yo veo madera y no hay nada más. ¿Qué ve Gabriel en la materia?
Yo veo un material vivo que me permite moldear mis sueños.
Me puede decir cómo se pueden intuir formas y tallas de un trozo de madera...
Cada madera tiene una beta, una densidad, está predestinada para una talla. Hay que saber comprender la madera. La obra está dentro.
Un adolescente llega al taller de Castellanos. ¿Qué empezó haciendo aquel niño?
Llevo medio siglo ya trabajando. Algo más, porque empecé con 13 años. Allí empecé como aprendiz de ebanista.
Lleva 51 años trabajando y dice que no sabe si es un artista. Explíquelo.
No sé si soy un artista o no, pero sí puedo decir que me dejo el alma en cada cosa que hago. Lo doy todo.
¿Por qué hay que ser ebanista antes que tallista?
No necesariamente, pero si eres ebanista vas a tener una destreza que el tallista solo, de por sí, no tiene.
Impresiona ver su Quijote. Y en un palo de la India. ¿Qué es eso?
Me basé en una interpretación de Fernando Fernán Gómez. Es una madera noble que se talla muy bien.
El Sagrado Corazón es una de las expuestas en la Catedral. ¿Qué ha sentido al terminarla?
Estoy trabajando en el Cristo de la Clemencia, pero aún queda mucho. El Sagrado Corazón está tallado en roble. He sentido satisfacción y, por qué no decirlo, un poco de orgullo.
He oído que le acompaña un perrillo en el taller. ¿Qué hace?
Es de un un vecino, que tiene una perrita Doberman. Me toca la puerta, le doy un caramelo, me visita y se va. Es el perro del barrio. Es de todos.
Puede explicar cómo es el proceso de creación de una obra.
Pídele a Dios que cuando te venga la inspiración te pille trabajando. No se planea. Va surgiendo. Son impulsos. Yo creo por impulsos.
Siente admiración por José Columna y José Mullor, maestros del Ave María. ¿Por qué ese agradecimiento?
Don Ángel, don José Castillo, don Manuel, don Ricardo, don José Columna. Son todos los maestros que tuve. Muy adelantados a su tiempo. Yo repetiría con ellos.
Y de pronto, Berjarte. ¿Qué ha significado este colectivo?
Berjarte es como cuando vas andando por el desierto y no ves nada y te sientes solo y, de pronto, aparece un oasis. Estoy muy agradecido, especialmente a Juan Miguel Maldonado. Es una asociación maravillosa.
Candelabros, baúles, joyeros. ¿Por qué huimos hoy de ese arte preciosista?
Buena pregunta. A mí me gusta que el arte sea práctico, pero creo que se está perdiendo el buen gusto.
Le apasiona el arte sacro...
Me apasiona el arte sacro, pero puedo asegurar que hay obras que son más complicadas.
¿Con qué pieza se queda?
Hay una cabeza de un Cristo, la primera que terminé (cuando era muy joven). Juan Manuel Llamas Campoy la vio, me felicitó y me dijo: “Gabriel, ya puedes decir en voz alta que eres tallista”.
Haga recuento. Cuantas obras conserva.
60 o 65 obras. No suele vender. Son la mayoría de las que he hecho.
Una madera ideal para la talla...
Me gusta mucho el roble, el castaño. Las maderas duras.
Las industrias sueltan planchas. Copia, copia, modelo fordiano. Eso no es arte...
Competir con las máquinas de copia... Cuando yo las vi, me asusté, pero no han tenido éxito porque no tienen vida. Yo hago una obra original. Cuando una obra está hecha por el ser humano, está hecha con el corazón.
Defíname qué es la belleza.
El arte tiene muchas caras. Lo verdaderamente bello es dejarte el alma en todo lo que hagas. Ponerle cariño a la creación. Eso es belleza.
¿A qué huele tu taller?
Mi humilde taller huele a paz, serenidad. Cuando entra alguna persona con prisas, lo echo. A roble, a encina, pero, sobre todo, huele a paz.
No me diga que usted habla con sus creaciones. Hay quien lo hace.
No, hablar no hablo, pero sí les pongo todo el cariño porque quiero transmitir esa pasión a quien dentro de un tiempo vea la creación.
¿Cómo se explica el arte de las cuevas de Altamira?
Después de lo de Altamira... todo lo demás carece de importancia. Es la semilla del arte. Son los genes de la persona. Esa fue la obra magistral del ser humano.
¿Le impresiona que el ser humano tenga la capacidad y la libertad para crear?
No me impresiona. Cuando nacemos, Dios a cada uno le da una facultad. Hay quien tiene la capacidad de la medicina o de la ciencia. Otros, la facultad de crear. No me sorprende. Eso va en el ADN.
Javier Arcos es uno de los últimos tallistas. Usted es más joven. ¿Quién hay por detrás?
Están Javier Arcos y Antonio Carrique, personas con más de ochenta años. Por detrás puede ser que haya gente que estudie Bellas Artes, pero no es lo mismo. Y me da mucha pena.
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