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Las obras del soterramiento avanzan a muy buen ritmo y ya están tomando forma junto a las viejas casas de la RENFE, expropiadas forzosamente para el desarrollo de esta ansiada actuación que ya está transformando la ciudad de Almería. Allí, en las viejas viviendas resisten aún varias familias en calidad de inquilinos que se niegan a abandonarlas hasta que Administrador de Infraestructuras Ferroviarias (ADIF) les ofrezca lo que consideran una "indemnización justa". Pero mientras siguen las negociaciones entre ambas partes, las excavadoras continúan imparables, preparando el terreno para la llegada de la Alta Velocidad a la capital, algo que está previsto para 2026.
Pegado a la gran zanja cavada recientemente por Sacyr, en la que se habilitará el túnel por el que irá el tren, un ruinoso muro rodea a la pequeña 'Galia' de calle Ferrobús en la que más de una treintena de personas en riesgo de exclusión social siguen viviendo a la espera de que ADIF atienda sus peticiones, puesto que son arrendatarios directamente afectados por la expropiación. Solicitan compensaciones que irían desde los 15.000 hasta los 20.000 euros. Cifras a las que, por el momento, no parece estar dispuesta a llegar la entidad pública empresarial.
Como la pequeña ficticia aldea gala del popular personaje Astérix, los últimos de Ferrobús no bajan los brazos y han convertido este vecindario en un lugar irreductible, en el que la dignidad por tener un techo digno en el que poder vivir confronta con el progreso y la llegada vital de una mejor conexión ferroviaria de la ciudad. Algo que estos vecinos dejan claro que apoyan y celebran, pese a que estén sufriendo sus daños colaterales.
Hojas de precios de ADIF
Hace unas semanas, ADIF remitió a estos vecinos sin recursos las hojas de precios en las que, tras un estudio pericial, se valoran los derechos que van a perder dichos inquilinos por tener que dejar de forma forzosa estas casas construidas en el año 1957 y cuyo único destino posible es que sean demolidas para dejar dicho espacio para la construcción de una almacén del AVE. Cada familia, pese a tener a los mismos representantes legales en todo este proceso, es un caso particular y las tasaciones son distintas.
Según uno de estos documentos de la División de Expropiaciones Ferroviarias, perteneciente al Ministerio de Transportes y Movilidad Sostenible, por 12 meses de alquiler que restan de contrato a una de estas familias, le corresponderían 4.200 euros (350 euros al mes), aunque se le aplicaría un premio de afección del 5% que le haría sumar 210 euros más. A ello habría que añadirle el servicio de mudanza, que se tasa en 600 euros, por lo que estos vecinos en concreto recibirían un importe de 5.010 euros en total.
Dicha cifra está lejos de lo que reclaman los arrendatarios que todavía resisten en Ferrobús, ya que hay que tener en cuenta que "no tienen recursos para otro tipo de alquiler", tal y cómo está el mercado en este ámbito actualmente. Es por ello, "y no por gusto", que se aferran a las viejas casas de la RENFE hasta que haya una solución más viable para ellos.
Evitar que llegue a los tribunales
Negociar con ADIF es su prioridad, aunque también entrará en este proceso el Jurado Provincial de Expropiación Forzosa, que debería establecer una cantidad justa para los inquilinos teniendo en cuenta las tasaciones realizadas por las dos partes, que quieren evitar a toda costa que este asunto llegue a los tribunales, ya que un contencioso administrativo podría alargarse demasiado y perjudicar tanto los planes de ADIF, en relación al soterramiento, como a las propias familias.
"Hace unas semanas Adif mandó una carta con su oferta económica para los inquilinos, pero dicha cantidad es menos de la mitad de lo que piden estos vecinos, que no tienen recursos", informaban en su momento a La Voz de Almería asesores legales de los arrendatarios, familias que "no tienen recursos para otro tipo de alquiler. No están ahí por gusto, solamente hay que ver en estado de las casas".
Un destino inevitable
Las semanas pasan, no se ha llegado a un acuerdo pero las obras toman velocidad de crucero y ya se han presentado en las puertas de estas casas de la RENFE en las que todavía luce la ropa tendida en algunos balcones que no han sido tapiados. Esas prendas ondean al viento como banderas de resistencia, como símbolos de familias que piden una salida viable de estas viviendas que tarde o temprano quedarán reducidas a escombros y que no serán testigos de la salida del AVE a la superficie, dirección a la estación, unos cien metros más adelante, a la altura de un puente de la Avenida del Mediterráneo que también desaparecerá.
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