Era la única hija del maestro (don Francisco Pardo Morales) de la calle Magistral Domínguez y de doña Angelina Rueda. Ella nació el 10 de noviembre de 1939 en la época del hambre, pero en su casa no faltó la comida. Su padre era fiel a la República y lo pagó con creces, ya que lo mandaron por los peores destinos de la provincia y no le quitaron el título de maestro de milagro. Don Francisco, tuvo que trocear la casa que heredó de su familia y pudo salir adelante con el alquiler dando carrera a su hija Juana María Pardo Rueda. Era la mejor y comenzó a estudiar en el colegio El Milagro y sacó el bachiller sin dificultad. Luego la carrera de medicina en Madrid siendo la más joven de la promoción de 1963 y un baño de gloria por Televisión Española y la prensa nacional. Ella, siempre vivió al margen de la fama y hasta conduciendo su Jaguar rojo se notaba que era una almeriense de la calle Magistral Domínguez.
Entre sus amigas y compañeras de clase estaba María Rosa Granados que vivía en la Calle Regocijos y fue directora de Radio Nacional en Almería y una brillante locutora. Le gustaba mucho el mar y siempre pasaba largas etapas en Almería, hasta que no se pudo resistir y se compró un apartamento en Roquetas de Mar, en el edificio Bahamas, donde nos vimos por última vez bañándonos en la piscina y “comienzo ‘pescaito’ en los chiringuitos”, decía. Era otra de sus pasiones.
La casa
Para mi familia siempre ha sido Juanita y ahora que vive en una residencia en Madrid a los 84 años y cuidada por su prima Mary Loli, siempre se acuerda de Elomari, Manolito, Antonio Miguel, Carmelín y Luisito, los cinco hijos que Dios no le dio, pero como si fueran de ella. Porque en aquella casa tan grande de dos plantas donde había un taller de modistillas y una vivienda en alquiler: estaba su felicidad. Niños que salían a recibirla con alegría y ella siempre con mil pesetas a repartir para todos. En la planta baja los dormitorios, la cocina, el comedor y un cuarto de baño con todo. En la cocina su madre Angelina y su padre con los maestros hablando de política en silencio, Franco estaba vivo. Cuando estaba estudiando ya tenía novio, José Herruzo, que mientras Juanita estaba con las amigas en la playa él encerrado en el dormitorio cargado de libros y con una calavera que nos daba miedo y nos dejaba tocarla. Era de verdad. Jose (sin acento) siempre con los libros y llegó a ser una eminencia de la medicina. Ya falleció. Solo salía de su cuarto de estudio para comer.
Carmela
Mi madre y ella se llevaban pocos años y para Juanita era su maestra. Con tantos niños que alimentar siempre sacaba tiempo para echar un rato de conversación y hablar de sus cosas. Mi madre siempre cantando a lo Imperio Argentina “El día que nací yo, qué planeta reinaría”, y Juanita a la par, desafinaba. Se iban juntas a la plaza a comprar y hasta iban a por nosotros al colegio de Los Franciscanos y, tan felices, porque luego nos invitaba en el kioskillo de Paco. Íbamos juntos a la playa, al cine y en la Feria otro billete (ya de 500 pesetas) para subirnos en los ‘caballicos’.
Medicina
Sus padres nunca estuvieron solos porque en el piso de arriba estaban Manolo, Carmela y los niños a los que siempre daban una ‘tapica’ de lo que había para comer. Se quedaron muy tristes cuando se fue a estudiar y fueron felices el día de su boda a la que fue toda la calle Magistral Domínguez. Nadie podía imaginar las notas que iba sacando Juanita, nos enterábamos por carta y en unas vacaciones de Navidad fue la encargada de tenerme en su brazos y ser mi madrina junto a su padre don Francisco Pardo Morales, que fue mi padrino. Ella me quiso poner Carlos y lo consiguió pero antes Antonio y Miguel por mis dos abuelos. Nunca me llamó Carlos pero su padre me decía Carlitos y ‘Cagueta’. El día que salió en Televisión (la única que había) sus padres no la vieron y nosotros tampoco. No teníamos ‘tele’ salvo unos vecinos que dieron fe de ello. Salió en la prensa nacional y guardamos como un tesoro la noticia del Diario Pueblo. Fue la médico más joven de la promoción de 1963 y en 1968 ya estaba colocada en el Hospital La Paz en Madrid.
Las vecinas
Menudo susto se llevaron aquel verano de 1968 cuando vino Juanita en un jaguar rojo y aparcó encima de la acera de su puerta. Hacía calor y estaban todas en la calle tomando el fresco. Mi padre fue el primero en bajar a recibirlos porque estaba en la azotea y vio como me dijo que subiera al coche y bajamos y subimos por el Paseo de Almería y la gente nos miraba. Mi padre se llevó el coche al garaje de Bonifacio donde estuvo ‘durmiendo’ las tres semanas que estuvieron en Almería Juanita y Jose. Decía doña Ascensión: “Carmelaaaa, esta niña va muy rápido, dónde vamos a llegar con coche y todo”. Era una Santa y siempre comprometida con los vecinos y rezando por todos.
Roquetas
Puede estar orgulloso Gabriel Amat de haber tenido en su Roquetas de Mar a la médica más joven de España en la Urbanización. Anda que no se trajo a madrileños a la ‘Urba’ era muy feliz con su apartamento, su piscina, su paseo marítimo y ese ‘pescaito frito’ que tanto le gustaba.
Tenía una gran casa en Madrid, su piso de la calle Magistral Domínguez y su apartamento en Roquetas. Y para verla había que cruzar siempre ‘El Cañarete’.
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