El barrio de Duimovich no es santo

El arrabal a levante de la muralla de San Cristóbal nunca se llamó el barrio santo

Antiguo barrio de Duimovich, a levante de la muralla de San Cristóbal. Estaba coronado  por la urbanización Vista Alegre de Pinel.
Antiguo barrio de Duimovich, a levante de la muralla de San Cristóbal. Estaba coronado por la urbanización Vista Alegre de Pinel. La Voz
Eduardo de Vicente
20:07 • 28 may. 2024

Cada uno es libre de llamarle como quiera a una calle o a un barrio, pero lo que no se puede es cambiar la historia ni tampoco intentar reinventarla. En estos últimos meses estamos leyendo y escuchando hablar del barrio Santo de Almería, en referencia a lo que desde los primeros años sesenta fue la barriada de Vista Alegre de Pinel,  que ni ha sido santa nunca ni se parece en nada al Albaicín de Granada, ni en la historia que arrastra ni en su fisonomía, como algunos nos quieren hacer creer.



El barrio que se extiende desde la calle Cádiz hasta el cerro, a levante de la muralla que baja de San Cristóbal, jamás se llamó el barrio santo ni tuvo nada en común con el suburbio que los vecinos llamaban de manera coloquial ‘el santo’,  que no era otro que el arrabal de San Cristobal, aquella manzana de casas desvencijadas y calles maltrechas que empezaba a los pies del monumento al Sagrado Corazón de Jesús y descendían hasta la calle Pósito.



Los habitantes de San Cristóbal solían emplear con frecuencia las frases “vivo en el santo” y “voy al santo” para referirse a su barrio, pero esta denominación se limitaba exclusivamente a esa manojo de calles y casas que formaban aquella manzana tan peculiar, que estaba separada entonces por un mundo del barrio de Pinel, al que ahora quieren colgarle el nombre de ‘barrio Santo’. 



Entre lo que los vecinos llamaban ‘el santo’ y la barriada de Vista Alegre había una frontera, la muralla, un cerco que parecía inquebrantable hasta que a comienzos de los años sesenta varios vecinos de esta nueva urbanización abrieron un arco en el muro medieval para poder llegar con los coches hasta arriba. Sin autorización alguna profanaron la muralla para levantar el arco que actualmente existe en la subida principal al Corazón de Jesús. 



El barrio de San Cristóbal y el de Pinel eran dos mundos opuestos cuando empezaron a convivir. El primero era un arrabal marcado por la pobreza, por la falta de agua potable en las viviendas, completamente dejado de la mano de Dios y del hombre, mientras que el de Pinel era un barrio que en su origen fue habitado por familias de clase media que creyeron que aquel balcón privilegiado podía tener un gran futuro e invirtieron parte de sus ahorros para comprarse una vivienda.



Pero ni antes ni ahora esta nueva urbanización se llamó barrio santo ni nada parecido. Tampoco en su origen, cuando era el huerto de don José Duimovich donde no había más rastro de civilización que las chumberas que recorrían el cerro y las cuevas que se alineaban en la parte superior, habitadas por familias que vivían en condiciones miserables. 



Fue en la segunda mitad del siglo diecinueve cuando todos aquellos parajes en la parte de levante de la muy antigua calle del Engendro (hoy Antonio Vico), empezaron a convertirse en calles y a llenarse de casas y de familias. Las calles que nacieron en los terrenos de Duimovich empezaban en la de Cádiz, la más antigua de la urbanización, y se extendían por la de Moreda, Luchana, Arriaza, Cuevas, parte alta de la calle de la Encantada (hoy Federico de Castro) y Fausto García.



La finca propiedad de don José Duimovich y casi todos sus huertos se fueron transformando en ciudad a lo largo de varias décadas, a veces de forma espontánea. En la primavera de 1911, una de sus herederas, doña Carmen Duimovich Martín, solicitó al Ayuntamiento una indemnización por haber ido convirtiendo en calles, sin la autorización de sus dueños, todos aquellos terrenos que formaban parte del huerto familiar.


Esa zona norte del barrio de Duimovich cambió de rumbo cuando el empresario Luis Pinel decidió levantar una nueva urbanización. En 1959, cuando comenzó el proyecto de construcción de  ‘Vista Alegre de Pinel’, la loma de San Cristóbal y sus cuestas eran aún un arrabal donde convivían las pequeñas viviendas en las que en apenas treinta metros habitaban seis de familia, con aquel mundo de cuevas. A pesar de la pobreza del lugar, aquel escenario ofreció siempre las posibilidades de su privilegiada situación. No existía un balcón en toda la ciudad con mejores vistas, desde donde se pudiera dominar todo el litoral y casi todos los puntos cardinales de Almería, desde La Chanca hasta la boca del río, desde los caminos que iban a Los Molinos hasta las montañas que se perdían por la Molineta. Se puede decir que fue el empresario y constructor, Luis Pinel Martín, el primero que descubrió las posibilidades de aquel barrio y el primero que se atrevió a poner en marcha un proyecto moderno de urbanización.


Hoy, el barrio sigue teniendo el encanto del lugar que  ocupa, con una vistas espectaculares y cuenta con algunos vecinos preocupados por recuperarlo y darle vida, pero pretender que sea el Albaicín de Almería parece una exageración tan alejada de la realidad como llamarle el barrio santo.


Temas relacionados

para ti

en destaque