La última clase de Domingo Hernández

Se jubila el profesor de Lengua y Literatura del IES Nicolás Salmerón (y mucho más)

Domingo Hernández, en la puesta de bandas de este último curso en el IES Nicolás Salmerón.
Domingo Hernández, en la puesta de bandas de este último curso en el IES Nicolás Salmerón. La Voz
Álvaro Hernández
20:10 • 23 jun. 2024

"¿Ya? ¿Pero qué edad tiene? Si es muy joven...". Pues sí. Ya. Domingo Hernández Jiménez ya ha dado su última clase. Fue por aquí cerca, en el barrio y hace tan solo unos días, en el IES Nicolás Salmerón y Alonso. Llegada la preceptiva edad para poder disfrutar de la (temprana) jubilación de la que se puede gozar en el sector educativo, se ha despedido de las aulas este profesor de Lengua y Literatura al que han llamado en más de una ocasión 'maeeeeeestro' (así, alargando la 'e' para que se note dónde estamos) y que ha educado tanto fuera como dentro de los centros en los que ha trabajado.



Para eso, para repasar los institutos por los que ha pasado, hay que hacer lo de de carretera y manta. Mucha carretera. Este murciano nacido en la década de los 60 literalmente junto a una acequia de la huerta se estrenó en lo profesional en Archena para ir más tarde a los institutos Saavedra Fajardo y Alfonso X el Sabio de Murcia capital. Para llegar hasta ese punto, había pasado por los aularios de la Universidad de Murcia estudiando Filología Hispánica.



Esto, que ahora es el pan nuestro de cada día, sucedía en una época en la que ni era tan habitual, ni era tan sencillo. Dicho en otras palabras, lo que ahora damos por hecho antes suponía los no pocos esfuerzos y muchos sacrificios de padres y abuelos que, en esa fijación que solo puede generar el haber conocido la escasez, se dejaban la vida en que sus hijos tuvieran una mejor vida que ellos. Y así lo hicieron Paco y Fina, que lograron tener un hijo médico, otro profesor, una nieta enfermera y otro periodista. Todos esos éxitos también fueron los suyos (y estuvieron y estarán orgullosos de ello).



El caso es que, tras las primeras experiencias educativas en su Murcia natal, el camino de Domingo estaría marcado por unas oposiciones aprobadas en Andalucía: Arroyo de la Miel (Benalmádena) y Torremolinos fueron los dos primeros destinos, los que antecedieron al que, probablemente marcó más su vida (o al menos, las nuestras). El IES Santo Domingo, en El Ejido. 



Allí pasaron varias cosas. Una de ellas es que el azar reunió a una generación de docentes jóvenes e implicados que, además, hicieron piña. En aquellos primeros años del Santo Domingo pasaron por aquel viejo edificio que hoy ya no es el mismo nombres como el de Cristo, Manoli, Jesús López, Carmelo, Mari Cruz, Pilar Jurado, Enrique, las hermanas Rosa y Trini, Adela, las imprescindibles Isabel y Lolita en Secretaría, Paco y Encarna cuidando (y alimentando) a todo un instituto y un largo etcétera que siempre será injusto por olvidar a alguien. Pero, sobre todo, Fina Arqueros, que en algún momento indeterminado pasó de ser compañera a ser, para los restos, de nuestra familia.



Cambios sociales



Con esos y otros mimbres, el ahora homenajeado fue secretario y luego director de un instituto que, por su edad y su ubicación, dio algún que otro quebradero de cabeza. Sobre todo, por la vejez de una estructura que obligó a dar clases en aulas prefabricadas y a construir un nuevo edificio cuya inauguración fue, posiblemente, un hito (y un alivio) en su carrera.



Pero también por las dificultades de Santo Domingo, un barrio cercano a Las 80 Viviendas y testigo privilegiado de muchos de los cambios sociales que El Ejido vivió en primera persona como anticipo a lo que estaría por venir en toda la provincia: la llegada de la inmigración, las barreras idiomáticas y culturales, tener el privilegio de probar la repostería marroquí, ver a alumnas abandonar antes de tiempo porque tocaba quedarse en casa, aprender sobre Ramadán y la Fiesta del Cordero y otras muchas cosas que, treinta años después, se han hecho más comunes para todos. Pero que allí siempre podrán decir que vieron antes. 


Luego vendrían los centros de la capital: un año en el IES Celia Viñas y el resto en el Nicolás Salmerón (donde también fue director) han sido en conjunto todos los centros que han labrado la experiencia laboral de este profesor que ahora repliega velas en lo profesional. 


Y ahora, dos confesiones personales. Una, del jubilado y homenajeado: su frasecita de info en WhatsApp ha cambiado. Si antes tenía una cita de Pessoa ("Extranjero aquí, como en todas partes", quizás en referencia a todos los kilómetros y lugares recorridos junto a su, nuestra, inseparable Tere), ahora es Cervantes quien le acompaña en otra clara referencia a las despedidas que afronta en estos días: "-Señores -dijo don Quijote-, vámonos poco a poco...".


La segunda, de mera labor periodística hecha con los años. Siendo adolescente, una de mis aficiones favoritas al conocer a algún adolescente ejidense era preguntar como el que no quiere la cosa si estudiaba en el IES Santo Domingo y, por su puesto, si conocía a Domingo. Todo, para descubrir primero y confirmar después lo que ahora es una verdad irrefutable: Domingo Hernández ha sido buen profesor. Pero también ha sido mucho más. Amigo, a veces psicólogo, compañero, gestor cuando ha tocado, guía... Y sí, también maestro. Con todas sus 'e'. Feliz vida, papá. 


Temas relacionados

para ti

en destaque