Esta historia la pueden contar los futbolistas del Poli Almería de la temporada 1985-86, a la vuelta de un partido durísimo con incidentes al final y saliendo ‘por piernas’ del campo. Aquel equipo repetía siempre en los establecimientos hosteleros y era fácil localizarlo en su regreso a Almería, fuera desde las provincias de Jaén, Málaga o Granada. Sucedió una noche de ‘guerra’ con el grupo a final de mes y los pagos que no llegaban a tiempo. No fueron los pollos los culpables del todo, ya que la semana había comenzado polémica con los capitanes reclamando parte de la ficha y las mensualidades atrasadas. Pepe Meca era el presidente, Juan Antonio Román el secretario técnico, y José Víctor el míster. Ellos comían en la barra y asistieron al ‘numerito’ de la plantilla con el dueño del restaurante clamando al cielo por la actitud.
Batalla
Yo jugaba con ventaja en todas las ‘movidas’ del Poli Almería porque era mayor que el presidente y de la misma edad de los futbolistas. Era uno más y entraba y salía del vestuario a mi antojo con la aprobación de José Víctor. Ese día salimos del campo en un Land Rover de la Guardia Civil. Había ganado el Poli Almería fuera de casa con goles de Manolillo y Gilé (creo recordar), y cuando llegaron a cenar todo parecía normal, pero antes y después del partido los jugadores pidieron a Román que le recordara al presidente lo de las fichas y los sueldos que se empezaban a retrasar. El equipo iba líder en Tercera División.
Cobros
Román era el pararrayos del presidente y al parecer les había prometido que si ganaban ese partido cobrarían todos y se pondrían al día. Instalados en la barra iban entrando al salón del restaurante los futbolistas, mientras yo conectaba en directo vía teléfono en ‘Radiodeporte fin de Semana’ con José Ángel Pérez. Hablábamos de los incidentes del encuentro, de que todos los jugadores estaban sanos, cuando de pronto se escuchaban voces del interior y empezaban a salir los jugadores a la calle rumbo al autobús. Solté el teléfono y salí tras ellos sabiendo la que me caería encima de José Ángel Pérez, pero me lo contaron todo. El equipo no había cobrado y no estaba dispuesto a comer “pollos acartonaos que además huelen mal”. Me lo filtró uno de los capitanes con la condición de que no dijera nada a Pepe Meca cuando de repente llegó Román al grito: “Señores, todo el mundo a cenar que lo dice el presidente”.
Nadie lo hizo, mientras yo volví al teléfono y el control me metía en antena y me rodeaban Meca y Román: “A ver lo que cuentas ahora, Tony”. Dije todo lo que había pasado y se enteraron en Almería de la rebelión de los pollos ‘acartonaos’. Acabado el programa el presidente me comentó: “Como sigas en esta línea te voy a vetar”, pero nos queríamos mucho y no lo hizo nunca. Nunca.
Menú
El entrenador optó por no abrir la boca y cuando fui al servicio él se vino detrás. Uno al lado de otro va y me dice que: “Esto hay que denunciarlo, no es la primera vez que le ponen los pollos de hace semanas y no me dejes lo del pago a la plantilla que se va a liar gorda”. Román era muy listo y sabía que la visita al baño duraba demasiado. Entró, nos pilló hablando y anunciaba que el autobús “va a salir míster”, y me esperó a la puerta con un “¿que dice éste, Tony?”. Yo le comenté que estaba preocupado porque la plantilla no cobraba y me dijo que era mejor que no trascendiera a la afición que el domingo venía el Martos y no era bueno que se supiera como estaban los jugadores a nivel de cobros cuando el cuadro jiennense era el ‘millonario’ de la Tercera División. Menuda historia.
Rebelión
A Pepe Meca las medidas de fuerza no le hacían efecto y no cobraron esa semana ni la siguiente. El equipo siguió cenando en aquel restaurante pero dejaron de poner pollo al ast y comían otra cosa. Hubo quien se molestó en la plantilla por contar lo sucedido con los famosos pollos ‘acartonaos’ pero hay más. Uno me dijo y está vivo para contarlo que: “Crujían y desprendían un hedor insoportable"
insoportable
Esos pollos no eran ni del día ni de la semana y no era la primera vez”. Otro de los capitanes con el que me llevaba muy bien me pidió que no desvelara dónde pasó aquello y le dije que lo conté en directo y eso ya era inevitable. Llamaron a mi director que era de aquella provincia y me disculpó con el dueño que además le apuntó: “Viene, pilla el teléfono media hora y no se toma ni un café”. Y era verdad, no cenaba nada para no dormirme en la carretera yo iba en mi coche.
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