Todo se acabó cuando el sargento entró al campo y arrebató el arma reglamentaria de un manotazo a un policía inexperto de 1,90 que sacudió a los jugadores del Albox, mientras los locales soltaban ‘galletas’ a discreción. Intervino hasta el alcalde para pedir “por favor” que no le dieran publicidad al asunto, pero me lo han contado y lo vamos a relatar porque eran tiempos convulsos en pleno cambio de la dictadura a la democracia. Era el Albox de la directiva del whisky un equipo temible en aquella Regional Preferente que recorría Andalucía. Sucedió como la canción de Sabina en un pueblo con mar y tuvo la culpa un delantero centro fornido que campaba a sus anchas cuando actuaba de local con defensas y porteros contrarios.
Aquello pudo acabar en tragedia porque el policía apuntó a la cabeza con el arma reglamentaria y el jugador abrazado, mientras pedía calma a los que se daban puñetazos a discreción. Por suerte el futbolista lo pudo contar. Tan grande en el terreno de juego como sencillo como persona. Entraron los temblores. Menos mal que en el manotazo no se apretó el gatillo.
El alcalde
El delegado del Albox no viajó con el equipo y le dieron las fichas a ‘El Zarrio’, como era conocido un popular albañil de Albox. La directiva era poderosa y le pusieron el apodo desde que tomaba el mando. ‘El Zarrio’ vio la pelea y cuando fue a por las fichas de los jugadores lo abordaba un señor de traje que se identificaba como el alcalde de la ciudad. Los jugadores del Albox le arroparon por si se lo iban a llevar detenido y resulta que el alcalde pedía “por favor, de esto ni una sola palabra. La boca callada para no hacerle daño a la ciudad que no tiene la culpa de la pelea”. Saltó el capitán, Juan Bautista, y le recordó lo de la pistola en la cabeza de Torreño, a lo que replicó: “Si queréis tener problemas con la policía estáis a tiempo, y salió pitando del campo en un coche negro”. Ambiente muy tenso durante el citado encuentro.
El sargento
Los jugadores del Albox le agradecieron su diligencia con aquel guardia inexperto y pedía disculpas a todos por la forma de actuar de sus hombres. El capitán albojense, con el cuerpo caliente de los palos recibidos le comentaba que “no se puede permitir que nos lluevan los palos de los contrarios y los de las porras de la policía y ellos con las manos libres”. Salían los árbitros para Sevilla y la policía entre los vestuarios local y visitante por si se volvía a ‘liar’. Aquel hombre bueno y profesional no tuvo explicaciones para lo sucedido y a la llegada de la Cadena SER daba su versión de los incidentes pero ni apareció la intervención policial y menos aún la pistola que quedó oculta hasta el día de hoy porque aquellos futbolistas ‘apaleados’ no abrieron la boca, como dijo el alcalde.
La pelea
El ‘9’ era el ‘muchachillo’ en su pueblo y se jactaba de dar más palos que los defensas rivales y se topó con un portero que los tenía bien puestos. Juanjo Morales estaba bajo palos cuando el delantero clavó los tacos en la espinilla de Juan Luis. Corrió junto al banderín de córner y le dijo al delantero que “como pises el área te rompo los dientes”. Pasaban los minutos y el ‘9’ no aparecía por allí, pero en un saque de esquina sacó el puño Juanjo, despejó la pelota y la cabeza del delantero, que caía KO. Todo lo demás fueron palos sin control y la llegada de las fuerzas del orden mientras los árbitros corrían al vestuario. Torreño era un tipo prudente y se apartó de la pelea para hacer de escudo humano cuando llegó aquel policía local de 1,90 y le temblaron las piernas cuando fue apuntado con la pistola.
El equipo
Aquello le pasó al Albox de la directiva del whisky con un entrenador de Sevilla, Vilariño, y hasta seis futbolistas cedidos por el Real Betis con la condición de que el técnico entrara en el lote. Solo había dos futbolistas nacidos en Albox como José Granero Granados, conocido como Buby, un centrocampista organizador de enorme calidad, y Juan Bautista, que era el eterno capitán de la plantilla. Sevillano, Juan Luis o Torreño eran de Almería pero con ficha del Real Betis y tenían al equipo en todo lo alto de la clasificación, y en el campo de Las Ventas se hacían taquillas para poder permitirse todos los lujos a nivel de plantilla. Los motivos de la pelea fueron deportivos pero había mar de fondo porque cuando Macael y Albox salían a competir fuera tenían que cargar con la leyenda de las ‘encerronas’ en el campo de Las Nieves y Las Ventas y calentaban el ambiente para devolverles la pelota. Pura historia.
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