Una curiosidad que caracteriza a Almería es que se encuentra al borde de la falla que discurre entre la placa tectónica euroasiática y africana, lo que convierte a la provincia almeriense en una de las regiones de la Península Ibérica con mayor actividad sísmica.
A pesar de los avances tecnológicos, es complicado predecir la ocurrencia de un terremoto, al igual que su magnitud, pero también es difícil descartar que pudiera producirse. Lo que sí que se puede decir con total seguridad es que, la posibilidad de que los temblores de tierra ocasionen graves daños en las viviendas hoy es notablemente menor que hace treinta años.
Normativa vigente
Una muestra de ello es que la normativa para la construcción para que los edificios fuesen sismorresistentes que existía en 1994 fue revisada en 2002, cuando se estableció la actual denominada 'Construcción Sismorresistente NCSE-02. "Desde aquel momento ha habido diferentes intentos de aprobar una norma sísmica más actual. Así, desde el año pasado existe una nueva versión, la NCSE-23 que todavía está en tramitación y aún no ha sido aprobada por el Consejo de Ministros", explica Carlos Fernández, director técnico de Ingeniería y Centro de Cálculo S.A.
Con ello, es inevitable que a cualquier almeriense le surja la siguiente duda: ¿resistiría mi casa a un terremoto? La respuesta casi con total seguridad es: sí. Según el experto, desde el punto de vista sísmico, los edificios de Almería capital y provicia, actualmente están diseñados para soportar terremotos que causen aceleraciones horizontales de entre el 13 y el 14% la de la gravedad. "Las normas sismorresistentes utilizan otros parámetros como el valor de la aceleración horizontal máxima que estadísticamente puede ocurrir en cada localidad. En Almería capital y prácticamente en toda la provincia, dicha aceleración se ha definido con un valor de un 14% la de la gravedad", cuenta Carlos Fernández.
Comarcas más propensas a sufrir temblores
Para el lector lo entienda, según la información publicada en LA VOZ, en el caso de la capital, las normas están calculadas para que las construcciones resistan terremotos de hasta 7 grados en la escala de Richter sin daños. De forma similar sucede en el Poniente almeriense, el área de Berja y La Alpujarra, donde las viviendas están preparadas para resistir seísmos de hasta 8 y 9 grados.
Esto además confirma la certeza de que las comarcas más cercanas a la provincia de Granada como la Alpujarra o el Poniente Almeriense, son más propensas a vivir terremotos y que estos, sean de mayor magnitud. Con ello, se entiende que por lo general, el nivel de exigencia de las normas es más alto donde las condiciones geológicas suponen un riesgo de un seísmo de alto grado.
Pero esto no siempre ha sido así, pese a que hoy en día la aplicación de la normativa de sismorresitencia sea de estricta obligatoriedad. "Hace más de 20 años podría existir cierto recelo en cuanto a la aplicación de la normativa pero, en la actualidad se cumple, yo diría que en el 100% de las nuevas obras. En mis casi 30 años de experiencia nunca me he encontrado una estructura en la que, siendo obligatorio (no en toda España es obligatoria), no se haya aplicado esta normativa", cuenta el director técnico.
Avance tecnológico
"Con el avance del conocimiento, de las nuevas técnicas constructivas, el uso de nuevos materiales, etc: la edificación va ganando en calidad", explica Carlos Fernández. Las normas sismorresistentes se van adaptando y modificando cada cierto tiempo para recoger estos avances y construir estructuras cada vez más seguras, lo que no quiere decir que los edificios más antiguos sean inseguros: "De hecho, en Lorca, los edificios antiguos se comportaron bien en general". Si bien, tal y como publicaba LA VOZ, tan solo el 5% de los edificios almerienses sufrirían graves daños si se diera un terremoto de gran magnitud, y por lo general se trataría de construcciones que no se han podido adaptar a las normas de sismorresistencia debido a la complejidad de las obras que eso conllevaría.
En cualquier caso, este tipo de normas de seguridad ante los seísmos están en constante evolución y se basan en datos empíricos como lo son los comportamientos de las estructuras en aquellas zonas más afectadas por los terremotos. Este es el mismo conocimiento que permite que zonas como Japón, México o Chile, donde se suceden terremotos de gran magnitud con más frecuencia, tengan un nivel muy elevado de eficiencia en la construcción y en la aplicación de las normas que, en cualquier caso, posteriormente se trasladan al resto del mundo.
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