Es 2025, un momento que invita al cambio, pero en algunas calles de Ciudad Jardín, el movimiento parece haberse quedado estancado como una promesa incumplida.
No hay un alma fuera. Los vehículos estacionados en hileras junto a las aceras dominan la escena. No es algo baladí. Aparcar en este barrio es una tarea ardua, donde un hueco se cotiza más caro que el aceite de oliva. Es fácil entender por qué nadie se anima a mover el coche, salvo que sea absolutamente necesario. O quizá ni eso. Ahí están, inmóviles, las señales de 'prohibido estacionar' con sus instrucciones de 'año par' y 'año impar', aparentemente ignoradas.
Calles como Lanjarón o Profesor Escobar Manzano cuentan la historia de dos aceras en conflicto con el cambio de año y la eterna lucha por el lado correcto del estacionamiento. Bajo el disco de prohibición con la indicación 'año impar', descansa un coche, el primero de muchos que desafían las normas en este 2025. Un escenario que podría ser el sueño de cualquier agente de tráfico con debilidad por llenar talonarios de multas. La monotonía de más de medio centenar de vehículos ignorando las señales se rompe con los pocos vecinos que deciden aparcar en el lado correcto. Una buena acción, sin duda, pero no sin consecuencias: sus coches, alineados donde corresponde, convierten la vía en un estrecho laberinto que obliga a los conductores a maniobrar en zigzag para continuar su camino.
El año par comenzó a mitad de mes
La abundancia de vehículos estacionados en el lado prohibido hace que los que están en el lado correcto parezcan mal aparcados. Uno llega a dudar de sus propios ojos, necesitando detenerse dos veces para leer la señal, ya que el mensaje que marca no concuerda con la realidad que se vive en la calle. Esta situación ha generado malestar entre una parte del vecindario, que se pregunta si todo esto es consecuencia de una falta de civismo, empatía o simplemente desinterés por parte de los conductores.
El problema no es nuevo. Los vecinos ya lo habían señalado el año pasado, pero como suele pasar con los propósitos de fin de año, la respuesta llegó con un retraso. El 17 de enero, tras una espera que dejó a más de un vecino rascándose la cabeza, los coches finalmente decidieron cambiar de acera. Como si el cambio de año hubiera marcado una especie de reseteo automático, los vehículos que hasta entonces ocupaban el lado prohibido, por arte de magia, comenzaron a estacionarse en el lugar correspondiente, aunque con más de dos semanas de retraso.
Cambiarse de acera cada año se ha convertido en un ejercicio más complicado de lo que parece en este cruce de calles de la ciudad. Los vecinos, entre frustrados y resignados, se preguntan cuándo dará inicio el "año impar" para que, como cantaban Lou Reed y Albert Pla, el resto de conductores dejen su coche en 'el lado más aparcable de la vía'. Mientras tanto, los vehículos que circulan sortean con dificultad los obstáculos de un tráfico lento, causado por dos o tres coches correctamente estacionados que contrarrestan la larga fila de vehículos mal aparcados.
Y la pregunta que persiste es: ¿Cuándo comenzará el "año impar" en las calles Lanjarón y Profesor Escobar Manzano? Porque, aunque Par e Impar suene a título de película de Bud Spencer y Terence Hill, en este caso no es cuestión de cine, sino de una obligación que debería ser mucho más que un guion de comedia.
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