Son instantáneas captadas por el objetivo de la cámara de la famosa fotógrafa británica Vanessa Winship. Pero en ellas, aun reconociendo espacios y tiempos de Almería, esta queda muy lejos de ser una tierra habitada. Ella misma ha expresado que “sentía que Almería era a la vez una antigua y una nueva frontera, desde los molinos abandonados y las torres de vigilancia que salpicaban el paisaje hasta los restos de aljibes árabes o las palmeras que recordaban a África”.
Para la fotógrafa no pasaron por alto “los paisajes parcialmente fabricados de los decorados para las películas inspiradas en el oeste americano”. “Estas series de fotografías crean un conjunto de oraciones visuales que hablan del anonimato, de la naturaleza del trabajo, de la presencia en la ausencia, del ciclo de la vida que se repite, persiste y sigue adelante”, apunta con motivo de la exposición que se inauguraba recientemente en Madrid organizada por la Fundación Mapfre, con una retrospectiva de la autora que concluía con algunas de las fotografías realizadas en Almería este mismo año.
Y es que Winship vivió y trabajó en los Balcanes, en Turquía y en el Cáucaso durante más de una década. “Mi trabajo se centra en la yuxtaposición entre la crónica y la ficción, en explorar ideas sobre los conceptos de frontera, tierra, memoria, deseo, identidad e historia. Me interesa cómo se cuenta la historia y nociones como la periferia y el límite. Para mí la fotografía es un proceso de alfabetización, un viaje hacia el entendimiento”, explica a modo de descripción de su particular modo de explorar la realidad.
Su exposición Desde la Fundación Mapfre se recoge una muestra de los trabajos realizados por la británica “desde que iniciara su trabajo en los Balcanes a finales de la década de 1990 hasta su obra más reciente en Almería”, donde Winship “se ha interesado por espacios en los que la presencia humana y el paisaje parecen desafiar los límites geopolíticos y los sucesos históricos”, explican.
Quienes conocen bien su trayectoria no dudan en señalar que “todo el potencial y contenido documental de su fotografía se desplaza hacia nociones íntimas, como la vulnerabilidad, el cuerpo o la biografía”. “En sus series se puede trazar el modo en que se inscriben, en la piel, los rasgos o el vestido, normas, herencias, filiaciones nacionales y raciales o mandatos estatales; asimismo, la forma en la que en cada uno de los paisajes resiste inalterado a la historia o graba en su seno, mediante las ruinas de proyectos políticos o sociales, las heridas de un pasado reciente”.
Tierra anónima Los organizadores de la exposición, que han producido además su trabajo en Almería, dicen de las fotografías de Winship en la provincia que “Almería recoge muchos de los elementos que han habitado la obra de Winship. Inspirada por Campos de Níjar de Juan Goytisolo, la fotógrafa la percibe como una tierra de desarraigo y anonimato”. “Las barrocas formas geológicas de las costas y la desolación provocada en el territorio por la propagación del invernadero remiten al aspecto despojado y desapacible del mar Negro”, añaden desde la Fundación.
En las imágenes de Winship, “Almería no parece pertenecer geológica ni económicamente a las provincias que la colindan: la agricultura del plástico se une a los restos de un fugaz Eldorado, el del boom de las producciones cinematográficas y, antes, el de la explotación de la mina de Rodalquilar (refl
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