Siete de cada diez atendidos en el Centro de Acogida son almerienses

La situación de crisis económica que se ha ido alargando durante los últimos años ha cambiado totalmente el perfil de los usuarios del Centro Municipal de Acogida, tanto como lo ha hecho el perfil de las personas que estaban en situación de riesgo de exclusión social. Si en la época de bonanza económica el perfil de los usuarios correspondían a inmigrantes, muchos de ellos que llegaban en situación irregular a la ciudad, que no tenían familia aquí y que contaban con una situación precaria, actualmente son los españoles, exactamente almerienses que llevan tiempo en el paro y que están sin ayudas, los que engordan reciben atención.

Durante los meses de verano que son los de más actividad para el centro ya que cierra el comedor de La Milagrosa, el 69 por ciento de las atenciones se han dado a almerienses. De hecho, el 75 por ciento han sido españoles, y de ellos, el 70 son de la provincia.

Cambios Sin duda, esto muestra como la situación de riesgo de exclusión social se ha instalado entre la población almeriense que, a pesar de contar con redes familiares, ya tienen que recurrir a organismos y organizaciones que les ayuden sobre todo para comer. De hecho, explican desde el Centro Municipal de Acogida que casi se han duplicado los almuerzos dados a las pernoctaciones ya que han sido atendidas 75 personas que pernoctan diariamente mientras que en agosto se han dado una media de 150 almuerzos y unos 130 durante el mes de septiembre. Los datos de las atenciones muestran que en el mes de julio se dieron al día una media de 62 desayunos, 69 almuerzos, 67 cenas y un total de 1.100 bolsas de ramadán para que los musulmanes pudieran comer con la caída del sol.

En agosto los desayunos diarios alcanzan los 71, los almuerzos 81 y las cenas 83, aunque hay que sumarles las 70 personas que cada día acudían por el cierre del comedor de La Milagrosa. Ya en septiembre se han dado 70 desayunos diarios, 81 comidas y 71 cenas, a los que se le suman los 51 diarios extras por el cierre.

Sin duda son datos muy altos de atenciones que desde el Ayuntamiento de Almería se destacan como el cumplimiento de la labor social, y sobre todo destacan ese cambio de perfil de los usuarios que viene denotado por la situación de crisis que se alarga.

Familias Tras las obras de rehabilitación del centro se pusieron en marcha varios apartamentos familiares para que, en media y larga estancia, pudieran permanecer allí familias completas. Durante estos meses de verano estuvieron instalados allí cuatro familias, dos de ellas monoparentales, con un total de siete menores que son los únicos de menos de 18 años que pueden comer en el centro. Además, en el programa de larga estancia se han atendido a un total de 22 personas.

Pero desde el Centro Municipal de Acogida y el área de Asuntos Sociales del Ayuntamiento de la capital no sólo se atiende a los que acuden a este centro, sino que, a través del trabajo de los profesionales de la Unidad de Calle se han atendido a un total de 14 personas teniendo la mayoría de ellas problemas de salud mental.

Trabajo Lo cierto es que el trabajo que se realiza desde el Centro Municipal de Acogida es vital para tratar de paliar los problemas de los almerienses que se encuentra en una situación de riesgo o de exclusión social. Aquí reciben la posibilidad de pernoctar, de poder alimentarse, y desde su equipo de trabajadores sociales se les ayuda a la resolución de sus problemas, en la medida de lo posible.

Cabe recordar que el Centro Municipal de Acogida cuenta con más de 2.000 metros cuadrados de edificaciones, en los que se prestan servicios como el de Baja Exigencia, destinado a aquellas personas que padecen un mayor desarraigo social y familiar, o el de Módulos Familiares, pequeños apartamentos donde se pueden atender a familias completas con independencia e intimidad para poder realizar un vida familiar normal. Cuenta con un total de 87 plazas, aunque en épocas de frío, así se hizo durante 2013, desde el Ayuntamiento han llegado a permitir que haya quien duerma hasta en sillones en salas comunitarias para tratar de evitar que lo hagan en la calle.