Almería fue refugio de los sufíes, también lo fue de José Ángel Valente. Un poeta que supo identificarse con la tierra a la que llegaba como visitante para convertirse en su vigía, para cantar su belleza, la de la desnudez del paisaje almeriense al foco de una luz, la de su mirada, que no quería volver atrás y con la que no quería mirarse mucho.
Valente murió hace ya 15 años. La que era su casa ha abierto sus puertas no para que entre el aire fresco de la mañana, sino para ser el espacio en el que conocer mejor al hombre, al poeta. Este gallego arraigado a la luz de Almería se fue, pero tal y como el deseaba, su obra lo sobrevivió. Aquí dejó amigos, papeles, fotos; aquí se quedaron también aquellas historias que contaba de cómo conoció Almería por primera vez, de oídas, por una dura y desgarradora historia que transcurría en Fiñana -Fiñanas la llamaba él- durante la Guerra Civil y que luego fue protagonista de un cuento, El uniforme del general. Fue entonces, cuando aún desconocía el desierto, la luz, el calor y la esquina oriental de Andalucía cuando el destino lo hizo mirar a Almería.
Este es el primer verano en el que desde la Casa del Poeta, José Ángel Valente, después de 15 años, en la Plaza Campoamor, si se hubiera asomado a la ventana o hubiera salido a la puerta habría comprendido que, sin lugar a dudas, sus versos siguen vivos, que no pasó de largo por esta tierra. En tan señalado aniversario, un recital de flamenco y poesía, los de sus versos, resonaron en la placita de la que fue su casa.
El homenaje Con la participación de Sonia Miranda al cante, David Rodríguez a la guitarra y el actor Jesús Herrera hubo flamenco y poesía. Una actividad enmarcada dentro del Almería Summer Festival que ha dispuesto el Área de Cultura y que cosechó una gran respuesta de público.
Con la ayuda de José Antonio López Alemán, la cantaora Sonia Miranda ha sido la encargada de llevar a palos flamencos una cuidada selección de textos de Valente.
De esta forma, el recital comenzó con ‘Nana de la Mora’, un poema escrito por el poeta gallego recordando a su ama de cría, evocando la infancia en su Orense natal. Una canción interpretada en su día por Paco Ibáñez, a la que Miranda supo darle un sentido más jondo y profundo.
Entre canción y canción, Jesús Herrera recitó con entereza otros poemas del autor. Entre ellos, ‘Rueda de los Santos’, ‘Cabo de Gata’, ‘Si Esta Fuera La Hora’ o ‘El Sur’. Textos sobre la muerte, la luz, la tierra a la que tan apegado se sentía.
Sonia Miranda hizo gala de la gran corporeidad melódica de su voz, con la suficiente fuerza para hacer quejíos profundos sin por ello perder esa sensación delicada que dio un lustre especial a los textos elegidos del poeta. Especialmente vibrante resonó al compás de la seguiriya el poema dedicado a la muerte de su hijo Antonio, como también cosechó ovación cerrada la farruca-vidalita dedicada a Carmen, la hija del propio José Antonio López Alemán, que cedió algunos textos inéditos, escritos por Valente para la peña El Taranto.
Ante una Plaza Campoamor repleta, la noche terminó con la bulería, en esta ocasión con el texto dedicado a su admirada escritora Rosalía de Castro, y por alegrías, donde se mezclaron versos del autor con otras estrofas populares. El homenaje hizo regresar a uno de los más grandes de la poesía española del siglo XX a su querida plaza.
La trayectoria de Valente como poeta comenzó en los años 50 y desde entonces recibió premios como el Adonais (1954), el de la Crítica (1960, 1980), el Premio Príncipe de Asturias de las Letras (1988), el Premio Nacional de Poesía (1993, y 2001 a título póstumo) o el Reina Sofía de Poesía Iberoamericana (1998). Escritor también de relatos y ensayista, destaca su trabajo Variaciones sobre el pájaro y la red, donde dejó su particular homenaje a Santa Teresa y El Bosco, a quienes admiraba, entre otros.
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