Cuando 420 millones de suerte se dejan caer en un rinconcito humilde de la costa mediterránea, es normal que, casi de rebote, la alegría llegue a los hogares de aquellos con los que se cruzan cada día saliendo del portal.
A las puertas de la administración número 2 de Roquetas de Mar se concentraban ayer muchos más amigos y vecinos, deseando felicitar a los agraciados, que auténticos poseedores de un billete premiado.
También se contaban por decenas los curiosos imbuidos por el espíritu festivo de estas fechas, con la esperanza de poder ser copartícipes de la alegría de la lotería de Navidad que, un año más, les ha sido esquiva. Este era el caso de Natalia, una valenciana, roquetera de adopción, que,después de 20 años viviendo junto a la administración ganadora, veía como su mañana se interrumpía de golpe y porrazo por los flashes de las cámaras y las botellas de champán chorreando a borbotones.
Luis, gerente de Óptica Rico, tiene su establecimiento puerta con puerta con el del protagonista de esta mañana en toda España. Este optometrista compró un décimo para su tienda con la misma ilusión de los premiados pero sin tanta suerte, o tanto tino.
Entre la muchedumbre que rodeaba el local no era difícil escuchar conversaciones ajenas que, cada poco, se sorprendían con la suerte de otro conocido al que le había golpeado la fortuna de lleno.
Este era el caso, por ejemplo, de Miriam que acudió también a la celebración. Ella vive en Roquetas y su familia, de Almería, fue agraciada con un tercer premio. Pura suerte.
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