Los planes de futuro llegan siempre por primavera

En la Mesa de la Asamblea de Cajamar debutaron ayer Eduardo Baamonde, Francisco González y María Luisa Trinidad

Manuel León
10:04 • 05 may. 2017

Como es habitual por primavera, más de 250 socios compromisarios  llenaron ayer la colosal sala del Hotel Vincci La Envía -a la que se le dio la vuelta- para aprobar las cuentas anuales de Cajamar Caja Rural y ser informados de las del Grupo y Banco, que se someterán a votación el día 18 en su sede madrileña. Allí estaban debutando ante el auditorio financiero tanto el presidente, Eduardo Baamonde, como el director general, Francisco González, como la nueva secretaria, María Luisa Trinidad. Y delante de ellos, sus antecesores, Juan del Aguila y Antonio Pérez Lao,  junto a otros directivos como el consejero delegado del Banco, Manuel Yebra, y otros directivos y consejeros como José Luis Heredia, Francisco Góngora, Bartolomé Viúdez, Juan Colomina o Mar Villalobos.


Porque, al final, una entidad como Cajamar, es un ir cediendo el testigo de mayores a jóvenes, de fundadores a continuadores, de la calle Méndez Núñez a la Castellana madrileña. Cajamar aspira, por derecho, así lo explicó Baamonde, a estar dentro de las diez primeras entidades financieras españolas, donde ya no se barrunta tanta distinción entre bancos tradicionales, cajas y montes de piedad y cooperativas de crédito. Aunque con la misma premura que el Banco de España pide simplificar las estructuras de las entidades financieras españolas, se demora en reformar la Ley de Cooperativas, que Cajamar lleva cumpliendo desde 2009.


Así están las cosas en estos tiempos financieros atribulados, en los que quizá, como San Ignacio , no parece aconsejable hacer mudanzas. Quizá por eso, la Bolsa puede esperar, al igual que la entrada de nuevos socios de referencia en el capital, más allá de las tres incorporaciones recientes: Cosentino, J.Carrión y Publindal.
La banca camina, vino a decir Baamonde y ratificó González, hacia un nuevo paradigma de intereses cero, de mirar mucho la inversión crediticia, conservando los hitos rurales conseguidos que no son pocos: el papel influyentes en el sector agroalimentario, el cooperativismo como bandera y el aroma a comercio de cercanía, aún cuando Cajamar deje quizá algún día de ser caja para ser un banco en toda regla.




Los hitos de una caja que es también banco
Con el azul turquesa, el color corporativo de Cajamar, con pantallas de video repartidas por todo el escenario, el director general, Francisco González  fue desgranando hitos del último ejercicio  de Cajamar. Entre ellos la apertura de siete nuevas oficinas que amplía  su presencia en Andalucía, Extremadura, Castilla-La Mancha, Cataluña y Baleares. Al tiempo que integra 69 sucursales que solapaban servicios en la misma zona geográfica. También se informó de que a partir de este año, en créditos superiores a un millón de euros, en vez de Cajamar, como entidad individual, la gestión se traspasará al Banco de Crédito Cooperativo.
Otra de las propuestas aprobadas ayer es la desafección de la Estación Experimental de Las Palmerillas que pasa a computar como activo de la caja en vez de estar en el Fondo de Educación y Promoción, que este año repartirá poco más de seis millones de euros. En este Fondo Social de Cajamar prevalece para su reparto la promoción y difusión del cooperativismo en la sociedad, así como la formación y educación de socios y empleados.
Uno de los mayores esfuerzos de los últimos meses de la rural almeriense ha sido el trabajo en la reducción de activos dudosos, mientras que el crédito sano baja el 2,6%.
Los objetivos de 2017 son los de rebajar la morosidad, mejorar la solvencia, con unos recursos propios de 2.990 millones de euros.






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