La botica más antigua de Almería echa el cierre

La farmacia Durbán es historia viva de Almería y la licencia se traspasa a la Vega

El establecimiento anuncia la liquidación de existencias. El fundador José Quesada y su bisnieto Juan José Durbán.
El establecimiento anuncia la liquidación de existencias. El fundador José Quesada y su bisnieto Juan José Durbán.
Manuel León
07:00 • 26 jun. 2019

La botica de Durbán de Puerta Purchena, la más antigua de la ciudad desde que fue abierta en 1862, cerrará sus puertas después del verano. La licencia del establecimiento ha sido traspasada a un nuevo farmacéutico que abrirá local en la zona de la Vega. El local actual, enfrente del kiosco Amalia, propiedad de las familias Durbán y Monterreal estará dedicado a otro tipo de comercio o negocio aún por determinar. 



Esta vetusta botica, uno de los símbolos del comercio centenario de la ciudad, está situada en el bajo de uno de los edificios modernistas más agraciados de Puerta Purchena, diseñado por Guillermo Langle en 1925, el mismo año que fue nombrado arquitecto municipal. A su lado, como un hermano gemelo, está el edificio con el bajo comercial de Pronovias, que fue diseñado por Enrique López Rull en 1910. La farmacia que está a punto de extinguirse fue inaugurada hace 157 años por José Quesada Gómez, un pechinero que tuvo también el honor de ser el albacea de Francisca Giménez Delgado, una de las mecenas del Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Almería. Quesada instaló primero la botica en donde estuvo luego la Tijera de Oro y en 1880 se trasladó a su emplazamiento actual esquina con la calle Regocijos.



 Al morir el fundador, se hizo cargo del negocio su viuda Carmen Algarra Muñoz, quien era descendiente de Ramón Algarra Alpuente, primer propietario del viejo edificio, quien en 1829 edificó la casona sobre esa finca tan principal extramuros de la ciudad de entonces. Algarra fue diputado liberal y colaboró con su pecunio en construir el Cenotafio original de Los Coloraos.



El establecimiento pasó a llamarse entonces como farmacia de la viuda de Quesada y era atendida por un regente llamado José Gallego. Hasta que en 1923 saltó de generación y pasó a sus nietos José y Francisco Durbán Quesada, hijos del abogado Ramón Durbán y de Rosa Quesada Algarra. Fue cuando hicieron el actual edificio señorial que luce con sus arcos, columnas, volutas y cerámica vidriada en los balcones.



Los hermanos, farmacéutico y químico, dieron en la rebotica con la tecla de un antidiarreico, el Tanagel, que adquirió gran notoriedad desde entonces hasta la actualidad, llegando a vender en los años 60 más de un millón de cajas por todo el país.  



Tras la Guerra, los hermanos separaron los negocios, y José se quedó con la farmacia y Francisco con el laboratorio. 



Para muchos, la farmacia Durbán lleva tanto tiempo en el corazón de la capital como el mismísimo Cañillo. Así lo atestigua un despacho amueblado con berroqueños y unos mancebos que conocen el color de la pastilla que se toma cada abuela del barrio. Fue el caso del popular Felipe, santo y seña durante años del establecimiento, de Ramón Granados o de Paco Álvarez Perucho, un antiguo futbolista de La Cañada.



Tras el fallecimiento de su padre José Durbán Quesada en 1982, Juan José Durbán Pérez, tomó el revelo hasta hace unos meses como propietario de la farmacia más antigua de Almería. 


El último farmacéutico
Este último boticario, Juan José Durbán Pérez, falleció con 92 años el pasado mes de febrero, y la actividad la ha continuado durante los últimos meses uno de sus hijos, también farmacéutico.  Juan José Durbán Pérez, bisnieto del fundador, nació en la Plaza de San Sebastián, pasó su infancia entre fórmulas magistrales y jarabes para la tos, pero su verdadera vocación fue siempre la de perfumista, llegando a montar una fábrica de colonias en Los Molinos llamada Productos Paola. Mientras que tuvo fuerzas acudió al despacho de esa histórica botica, que ahora cierra sus puertas.




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