La segunda jornada de ‘(Re)pensar Almería’, organizado por La Voz de Almería y Cadena SER, patrocinado por la Junta de Andalucía y que cuenta con la colaboración de Cajamar y Endesa, abordaba ayer una cuestión que se ha hecho troncal a la hora de hablar de economía y futuro, la sostenibilidad.
El mundo tiene la necesidad de cambiar sus patrones económicos y de buscar esos nuevos modelos que ponen el acento en la necesidad de cuidar el planeta, sus recursos naturales y a los diez mil millones de personas que vivirán en el mundo a mediados de este siglo.
Los retos se multiplican porque se ha llegado a una situación límite y todas las alarmas se han activado y, con ellas, llegan unas nuevas reglas de juego, exigencias que es preciso cumplir. La buena noticia es que la provincia de Almería ha dado ya pasos hacia esos nuevos modelos, incorporando experiencia y conocimiento hasta convertirse en uno de los mejores y más avanzados laboratorios del mundo en el desarrollo de la economía circular.
Empeño común
Probablemente una de las cuestiones que hacen diferencial a la economía almeriense es que la práctica totalidad de sus sectores productivos emprendieron hace ya algún tiempo ese camino; la agricultura almeriense es la que precisa menos agua, la que tiene una menor dependencia de la energía, la que menos suelo depreda y la que ha abrazado con mayor convicción el control biológico que ha hecho olvidar el problema de los residuos, azote durante muchos años.
El turismo se sustenta en unos envidiables espacios naturales que se salvaron de la ‘quema’ en los tiempos del desarrollismo y apuesta ahora por un modelo escasamente masificado. Las empresas del mármol o las agroalimentarias están en línea con los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
A ello suma conocimiento y experiencia en la gestión de los principales recursos utilizados, desde el agua a la energía, la innovación o la tecnología aplicada a los procesos. Incluso un gigante energético como Endesa se aplica actualmente en un plan de descarbonización que le permitirá sustituir la producción de centrales térmicas de carbón como la de carboneras por energías renovables y avanzar en sistemas de ahorro de consumo doméstico o industrial.
Lo que ayer quedaba claro es que ese camino ya no tiene marcha atrás y la apuesta por la sostenibilidad abarca el conjunto de las políticas y de las actuaciones; y lo hace tanto en lo económico como en lo social o lo ambiental.
En esa transformación, tan necesaria como urgente, el conjunto de la humanidad juega a su favor y el interés por emprender esa bioeconomía que se abre paso a marchas forzadas crece con datos como los expuestos por Anastasio José Villanueva, investigador de IFAPA, que destaca que los consumidores son cada vez más responsables y están dispuestos a pagar más por los productos sostenibles.
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