La lonja de Almería, en el regazo del barrio milenario de Pescadería, celebró ayer por primera vez en su historia una subasta de pescado sin pescado. Allí no había escamas, ni branquias hinchadas, allí no había ejemplares con ojos brillantes, ni olor a salitre; allí, en la sala de subasta -donde a diario se agolpan compradores y vendedores pujando por el salmonete o por la brótola gloriosa que se desliza por la cinta como si fuera mantequilla- lo único que había eran unos señores y unas señoras con unas enormes gafas de realidad virtual mirando cómo por delante de ellos pasaban cajas vacías que solo incorporaban un código QR, mientras un empleado les echaba hielo picado con una pala. Aquello parecía un sainete de Muñoz Seca frente a la bahía de Bayyana, si no fuera porque los actores se mostraban tan serios que pareciera que la historia iba de verdad. Y la historia va de verdad: la celebrada Unión Europea, esa que tantas puertas abrió al invernadero urcitano desde los años 80, ahora se las quiere cerrar a la pesca almeriense, que lleva aquí desde Abderramán.
Los pescadores de Almería ya pescan en torno a solo 150 días al año, recordó Javier Garat, secretario general de los Confederación de armadores españoles, que es como si a un comercio la ley le obligara a cerrar la mitad de los días del año por que sí. Garat, mientras el no no pescado iba pasando por la cinta del pescado en una ironía del metaverso, expresaba que Europa, aparte de mirar por el medio ambiente, tiene que mirar por los intereses socioeconómicos de la pesca de arrastre que puede dar al traste con una actividad que sostiene la economía de muchas familias en la provincia y con un producto saludable y de calidad como es el pescado y el marisco fresco de los puertos de Almería, Garrucha, Carboneras y Adra. Recordó Garat que en España se importa ya el 70% del pescado que se consume procedente de procesados de China principalmente, con esclavos a bordo, en detrimento del producto de los caladeros cercanos. “Bruselas debería de reflexionar”. concluyó Garat. A su lado, el gerente de Asopesca, José María Gallart, y el de Carbopesca de Carboneras, Pedro Hernández, participaron ayer en una sátira, en un acto de ficción que está a dos pasos de poder convertirse en realidad, mientras la cinta del pescado seguía pasando por la lonja vacía de cigalas y camarón, de musina y de gallopedro, de salmonete saltarín y de rape imperial.
La metasubasta llegó ayer a la lonja de Almería como un chiste, como una risa, pero, de seguir con las trabas, con la legislación que acorrala al arrastre, esa realidad virtual, que solo se ve con gafas, puede pasar a ser una realidad efectiva: 35.000 toneladas de lomos de atún llegaron de China el pasado año, mientras los barcos de Almería cada año que pasa están más encadenados.
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