Debutó ayer Cecilio Peregrín, el nuevo patrón de la patronal almeriense, ante una sala repleta, en un día de julio en el que, como la vida misma, él llegaba y su predecesor, José Cano, se marchaba, después de 12 años en el sillón de la Avenida Cabo de Gata; gomina y corbata azul, a juego con la montura de las gafas, el reluciente presidente de los empresarios almeriense llega desde el extremo levantino de la provincia, desde Pulpí, uno de los conglomerados de emprendimiento más visibles del sureste español; llega Cecilio como ejecutivo de Primaflor, agradeciendo en primer lugar el esfuerzo de su padre, Cecilio como él, y de su socio y amigo, Lorenzo Belmonte, quienes han hecho grandes la agricultura del Este provincial a fuerza de traer agua desde el último rincón.
No había una silla libre en el salón de actos para asistir a la toma de posesión del nuevo presidente de Asempal, aunque casi ninguna ocupada por representantes del Poniente almeriense, al margen de Gabriel Amat, alcalde roquetero que sí estuvo allí.
“Honor y vértigo, eso es lo que siento”, así arrancó su retahíla, su primer discurso, Peregrín, heredero de toda una saga, quinto hijo de nueve hermanos (no hay quinto malo). “Pepe Cano me deja el listón muy alto, por tu integridad y su inteligencia y por su buen gusto prudencial por la uva sira”. Y le lanzó un envite: “Pepe no te jubiles, queremos que sigas liderando los temas de cambio climático en Asempal”. Y citó al latino Pubilio Siro sobre cómo hay que mantener el timón en el cabo de las tormentas, antes de enfatizar la fuerza empresarial de la provincia; “Somos 42.000 empresas, desde Adra hasta Pulpí, desde Almería hasta Los Vélez”.
Expresó que su principal reto para los próximos cuatro años es el de poner a las empresas almerienses en el centro de la acción, “pero necesitamos normas estables, agua e infraestructuras, tenemos que mejorar nuestra actividad turística a través de comunicaciones por tierra, mar y aire, con el Corredor Mediterráneo y la Autovía del Almanzora hasta Baza”. Y advirtió que “la economía sumergida es un peligro y perjudica tanto a las empresas como a los empleados, hay que luchar contra ella”. Terminó sacándose de la manga un proverbio africano que apela al correr juntos, no para llegar más rápido, sino para llegar más lejos.
El ya expresidente, José Cano, hizo balance de sus 12 años al frente de Asempal afirmando que “es importante que mantengamos nuestra libertad y nuestra independencia y tenemos que seguir reivindicando con tesón las infraestructuras que merecemos”. Emocionado por momentos, el sucesor de Miguel Uribe subrayó que “los empresarios somos la sangre de la economía, aunque la burocracia nos mata”. Y expresó su satisfacción “por el diálogo social conseguido con los sindicatos y el haber podido llevar a todos los rincones el ‘orgullo de ser empresarios’, no hay nada más progresista que ser empresario”.
Hizo autocrítica por no haber podido avanzar más en seguridad laboral, bendijo a su hasta ahora equipo en la Avenida de Cabo de Gata y se despidió acordándose de Ambrosio Spínola, general de los Tercios de Flandes, y exhibiendo la imagen de un gol de España en la Eurocopa -el de Merino ante Alemania- como paradigma de la rentabilidad de trabajar en equipo.
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