Es más lo que les une que lo que les separa; les une el mar latino y los caladeros de pescado y marisco, donde se captura esa gloriosa gamba roja bautizada como el oro escarlata; les une la vocación marenga, jabegota, pescadora, desde el canto de los roncaores al Verín, desde el Cantillo a Canto Pote; les une incluso el brío de su historia exportadora de esparto y barrilla, desde los tiempos de aquellos Fuentes que crearon negocios paralelos en los dos puertos, desde que familias fueron de ida y vuelta de un pueblo a otro como los Sordos, los Meros o los Cachines; los une una economía casi melliza, basada en las mismas fortalezas: la pesca y el turismo; les une el socorro de un pueblo a otro, cuando uno tenía puerto y el otro no.
Y los separaba una carretera infernal, desde el Sopalmo bajando hasta El Algarrobico, que ha ido mejorando con el paso del tiempo.
Garrucha y Carboneras y viceversa han decidido poner en mérito todo eso que les aproxima como pueblos hermanos de salitre y estopa y colaborar en la promoción y difusión de su cotizado pescado y marisco mediterráneo, como dos flotas distintas con un solo mar verdadero.
Garrucha derivó de un muelle de barcos de palangre y traíña, de nasas y artes menores a una flota de arrastre (vacas); y Carboneras, de la pesca con jábegas y a la marrajera, a por atún y el pez espada, a su reconversión también en flota arrastrera, para compartir los caladeros de gamba, cigala, langosta, bogavante o camarón.
La vida de los dos pueblos, con Mojácar en medio, girando en torno a los caprichos de la faena a 120 o 20o brazas, en embarcaciones legendarias como Amanecer de Mayo, el Clavel o Los Taconeos. La pesca ha ido manteniéndose como motor económico de ambas localidades costeras, con altibajos, con aminoramiento de flota de arrastre y de artes menores. Pero como una actividad extractiva indispensable para otros sectores como la hostelería y el turismo. Bares y restaurantes garrucheros y Carbones tienen el mejor reclamo de sus cartas en esas brótolas, en esos besugos, en ese atún, en esos galanes, en esa gamba roja por la que tantos acuden a almorzar o a cenar. De ese trabajo esforzado en alta mar, calando el copo con lluvia o con soles, se nutren restaurantes como Felipe o Escánez, santo y seña del buen yantar.
Les une tanto en el gremio de la mar a Garrucha y Carboneras que han mantenido un encuentro de camaradas en ese viejo alfolí de sal que es el consistorio garruchero. Con productos estrella como la gamba roja y el pez espada, además de la captura tradicional de otras muchas especies por parte de su flota de artes menores, se quiere establecer un trabajo en común para fortalecer la proyección de sus productos y diseñar líneas de difusión de su actividad, patrimonio e historia que contribuyan al desarrollo tanto del propio sector como de las dos localidades.
Sus alcaldes, Salvador Hernández y Pedro Zamora, junto a los representantes de Carbopesca, la Cofradía de Pescadores de Carboneras y la Cofradía de Pescadores de Garrucha, Juan Belmonte, Lorenzo González, Gaspar Giménez y Gregorio Jerez, han mantenido un encuentro en el que han decidido crear una comisión que dé los pasos necesarios para impulsar estas acciones conjuntas.
En esta primera reunión también ha participado, a partir de la invitación del sector pesquero y de los ayuntamientos, la gerente de la Asociación de Desarrollo Marítimo Pesquero y Acuícola Almería a Levante, Belén Vicente. Tampoco han faltado a la cita los concejales de Pesca de los municipios, Luis José Fernández y Andrés Belmonte, y el de Comercio y Turismo de Garrucha, Pablo Fernández. Las entidades pesqueras van a trasladar a sus asociados las diferentes cuestiones planteadas durante el encuentro.
77.000 kilos de gamba roja entre ambas lonjas
La gamba roja es la captura más cotizada en las lonjas de la provincia de Almería. La flota de Carboneras pescó 34.411 kilos de este manjar en 2023 con unos ingresos de 936.480 euros. Los barcos garrucheros capturaron 42.776 kilos con 1,7 millones de ingresos, según datos de la Junta de Andalucía.
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