Epifanía de regalos y buenos deseos para pequeños y grandes

Melchor, Gaspar y Baltasar llegan el día 5 de enero por la noche con los regalos de toda la familia para conmemorar así el nacimiento de Cristo, al que hace miles de años adoraron con oro, incienso y mirra como gesto de paz y buena voluntad.

Hoy en día, esos tres simbólicos presentes se han transformado en una extensa variedad de artículos y juguetes que inundan las tiendas de pueblos y ciudades. Pero hay una  tradición en esta Epifanía: es el consumo del roscón de reyes, un dulce que contiene una sorpresa escondida en forma de figurilla y un haba, una especie de bizcocho en forma de rosca grande que se toma la noche antes de Reyes y al día siguiente para desayunar. 

Como mínimo hay que meter dentro del roscón dos sorpresas envueltas en papel de plástico. La tradición manda que una sea un haba seca y dura y una figurita. La primera es símbolo de mala suerte y la segunda de lo contrario. Así lo resume el dicho: “Si es el haba lo encontrado el Roscón pagarás; más si ello es la figura, coronado y Rey serás…”. 

La persona que parte el roscón debe hacerlo de una forma solemne. También lo dice el refrán: “En el Roscón hay muy bien ocultas, una haba y una figura: el que lo vaya a cortar hágalo sin travesura. Quien en la boca se encuentre una cosa dura, a lo peor es el haba, o a lo mejor es la figura”. Aunque casi todos los establecimientos del gremio ponen a la venta el roscón los días previos a la Epifanía, existe también la opción de hacerlo en casa con la receta que ha pasado de generación en generación.