Tiene todo lo que le podemos pedir a una maxitrail actual. Es confortable en ambas plazas, posee un funcionamiento muy agradable, es ciertamente ligera comparada con otras motos de su segmento y tiene un lado deportivo que no defrauda y que consigue que su conducción sea divertida en caso necesario.
Su equipamiento de serie no es excesivo y habrá que recurrir a la lista de opciones para hacerla un poco más completa, pero también es cierto que de este modo Suzuki ha conseguido que su precio de partida sea muy competitivo, fijándolo en 12.499 €.
Además, conviene señalar que cuenta con unas excelentes suspensiones con varias posiciones para efectuar su regulación, un potente equipo de frenos con pinzas radiales y ABS, un sofisticado control de tracción con dos modos y desconectable, una amplia pantalla regulable en altura, una instrumentación muy completa con ordenador de a bordo y una toma de corriente de 12V junto al propio tablero, además de otros aspectos de menor relevancia.
Su estética puede gustar más o menos, pero lo que está claro es que sigue la tendencia del mercado, y al mismo tiempo presume de montar una aleta delantera de tipo «pico de pato», un elemento muy popular entre las maxitrail.
Los acabados son muy buenos y a su vez agradables a la vista. Quizás el manillar se aprecia un poco fino de diámetro en un principio, contrastando con el volumen de la moto y con el de otras maxitrail, pero este aspecto no repercute en absoluto en la conducción, como veremos luego.
Al ver la V-Strom de cerca, vemos que es una moto grande, pero también esbelta y menos voluminosa que la mayoría de sus homónimas. Se levanta de la pata de cabra sin mucho esfuerzo y tampoco resulta especialmente engorroso pasarle la pierna por encima y sentarse sobre su asiento.
La parrilla trasera no es muy ancha y las asas del pasajero siguen las líneas del asiento en su parte posterior, así que no suponen un obstáculo ni al subirnos, ni tampoco al bajarnos de la moto.
Una vez sentados sobre el asiento, la moto se siente estrecha entre las piernas.
Aprovechando la buena mañana que hacia y contando con la compañía de Jorge Huete (Gerente de Libermoto), partimos con la idea de hacer una pequeña ruta y a la vez efectuar unas cuantas fotos para este reportaje.
Al pulsar el botón arranca con prontitud y en su motor nada desentona, incluso en frío. Después, no hay que hacer demasiada fuerza para presionar la maneta del embrague y la primera relación de cambio se engrana sin sobresaltos.
Tras subir y bajar marchas varias veces, el motor ya ha alcanzado una temperatura óptima. Llega entonces el momento de exprimir el motor con ganas y ver qué nos encontramos más arriba. Para rodar con cierta alegría conviene actuar sobre la palanca de cambios hacia arriba con rapidez y aprovechar la «pegada» a medio régimen. Aunque el motor estira hasta superar las 9.000 rpm en el cuentarrevoluciones, no es necesario buscarle tanto las «cosquillas» para circular de forma alegre.
Con respecto al control de tracción, el sistema es sofisticado y funciona muy bien, controlado con cinco sensores que controlan la velocidad de las ruedas, la relación de cambio engranada, la posición del cigüeñal y la apertura del acelerador.
La posición de conducción es muy acertada. Nos sentimos cómodos a los mandos tanto en la autovía, como en las carreteras que hemos elegido con bastantes curvas.
En carreteras con curvas nos permite una gran facilidad de movimientos y cambiar nuestro peso de un lado a otro con facilidad.
En resumen una moto totalmente aconsejable para aquellos que busq
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