Atípico Miércoles de Ceniza marcado por la pandemia

La Congregación del Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos modificó el ritual

Juan Antonio Barrios
19:03 • 17 feb. 2021 / actualizado a las 19:23 • 17 feb. 2021

Con la celebración del Miércoles de Ceniza se inicia una Cuaresma de 2021 marcada por la pandemia



El pasado día 12 de enero, el cardenal Robert Sarah, prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos desde 2014 y Monseñor Arthur Roche, Arzobispo Secretario, firmaron la nota con la que se daba a conocer la modificación del ritual.



Las nuevas medidas consisten en una vez “pronunciada la oración de bendición de las cenizas y después de asperjarlas con el agua bendita, el sacerdote se dirigirá a los presentes, diciendo una sola vez y para todos los fieles, la fórmula del Misal Romano: «Convertíos y creed en el Evangelio», o bien: «Acuérdate de que eres polvo y al polvo volverás». Después, el sacerdote se limpiará las manos y se pondrá la mascarilla. Posteriormente, impondrá la ceniza a cuantos se acercan a él o, si es oportuno, se acercará a los fieles que estén de pie. Asimismo, el sacerdote tomará la ceniza y la dejará caer sobre la cabeza de cada uno, sin decir nada”. 






Iglesia de San Pedro



Juan Antonio Moya, párroco de la iglesia de San Pedro, presidió la celebración eucarística del inicio de la Cuaresma e impuso la ceniza a los numerosos fieles que asistieron a la iglesia capitalina.



Con el Miércoles de Ceniza se inicia la Cuaresma, inicio de un tiempo fuerte donde la iglesia nos invita a la conversión, es decir, a volver nuestra vida a Dios. Los medios que nos ayudan a esa conversión, la iglesia los establece claramente: el ayuno, la oración y la limosna. El ayuno, para darnos cuenta que no somos nada sin Dios. No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. La oración, porque si ayunamos, si notamos el hambre que tenemos de Dios es para orientar nuestra vida a Él. Por lo tanto, la oración nos une al Señor. Y la limosna, porque no es posible la unión a Dios sin el servicio a los hermanos. Para que el ayuno sea auténtico, que no sea un mero pasar hambre, tiene que ir acompañado siempre de la oración y la ayuda al necesitado”, señaló el párroco.





De igual modo, Juan Antonio Moya rememoró que “antiguamente, para mostrar esta conversión interior y el deseo de cambiar de vida, la gente se vestía de ‘sayal’ y se cubría totalmente de ceniza. Al cubrirse de ceniza expresaba que realmente no somos nada, que si somos algo es gracias al aliento de vida que Dios ha puesto en nosotros y llamada a la eternidad que hay en cada uno de nosotros”.


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