El próximo 14 de febrero, la Catedral de Almería será el escenario de un par de actos llamativos: en primer lugar se celebrará una misa en honor a San Valentín y, a continuación, se hará una ofrenda floral al santo en cuestión en el claustro catedralicio.
Como calentamiento, la Asociación de Vecinos del Casco Histórico presentó su amplio programa de actividades para estos días en el claustro de la Catedral, depositando en el suelo varias rosas a modo de escenificación.
Todo ello, además de la instalación artística de la plaza Campoamor alrededor del relieve de San Valentín obra de Perceval y al que se le instalaron alrededor barrotes para que turistas y almerienses firmen sus relaciones sentimentales con un candado, vienen a ser flechas que señalan un mismo camino: San Valentín, el bendito patrón de los enamorados, está enterrado en el claustro de la Catedral de Almería.
Pero es mentira. San Valentín no está en Almería y, de hecho, ni siquiera hay constancia de que en el claustro de la Catedral haya enterrado ningún mártir. Pero vamos por partes.
San Valentín
Lo del cupido católico es algo confuso. Bajo el nombre de ‘San Valentín de Roma’ habría tres santos distintos. Uno de ellos sería el patrón de los enamorados: fue un sacerdote del siglo III que, en los primeros años del cristianismo, casaba a escondidas a jóvenes soldados (en una época en la que estaba prohibido que los militares contrajeran matrimonio) convirtiéndose en todo un defensor del amor. Como castigo, fue decapitado en el año 269.
No obstante, hay otro San Valentín que fue obispo de Terni y está enterrado en la basílica de esta ciudad italiana. E incluso un tercero.
Estos tres estarían enterrados, siempre en teoría, en Roma, Terni y Baviera (Alemania). Ni rastro de Almería.
Y la cosa se complica aún más si buscamos a San Valentín en España: solo en el país se veneran dos cráneos del supuesto San Valentín: uno en Toro (Zamora) y otro en Madrid. Si a eso le sumamos los supuestos restos de San Valentín en Almería, en el mundo hay más patrones del amor que parejas de enamorados. Algo no encaja.
El mito de Almería
Pero entonces, ¿qué hay en el lugar en el que la asociación de vecinos va a depositar flores el martes?
Tal y como cuenta Milagros Soler, le debemos a don Juan López, canónigo archivero de la Catedral, la verdad sobre San Valentín (y es responsabilidad de las generaciones siguientes defender esa verdad y no dar alas a leyendas). En Roma, en el siglo XVIII, fue descubierta una nueva catacumba en San Ciriaco. Ahí había enterrados cristianos de los primeros siglos, entre los que había mártires que habían muerto por defender su fe. Estos se clasificaban en ‘peregrinus in pacem’ cuando eran asesinados por los romanos y ‘valentinus in pacem’ cuando su fallecimiento destacaba por la especial crueldad del martirio. En 1779 se exhumó el cuerpo de uno de esos ‘valentinus’, que fue entregado como reliquia a un agustino que terminó entregándole los restos al arcipestre Vicente González, el cual creó un oratorio en Almería para las reliquias de este martir, de este ‘valentinus’.
Pocos años después, González logró que las reliquias recibieran culto público, y los restos fueron trasladados a la Catedral, donde se situaron en una urna de bronce bajo el altar de San Indalecio. Siglos después, ya en la Guerra Civil, la pista de los restos se pierden. Tal y como recogió don Juan López, el mártir habría ido a parar a las Puras o, quizás, enterrado en algún punto del claustro de la Catedral. Esos restos, con el lema ‘valentinus’ fueron confundidos con los de un San Valentín que nunca llegó a ser tal.
El mártir
Así, la confusión dio pie a un intento de reclamo turístico: se instaló el relieve obra de Perceval en lo que hoy es el Parque Nicolás Salmerón y Almería se preparó para anunciarle al mundo que San Valentín, el patrón de los enamorados, estaba aquí.
Sin embargo, al comprobar la verdadera historia gracias a don Juan López, se le cortaron las alas al mito.
Cinco décadas después, la recuperación del relieve para la plaza Campoamor, los candados y ahora la ofrenda floral en el claustro cerca de los supuestos restos de San Valentín, vuelve a impulsar un mito que las generaciones más jóvenes pueden terminar dando por cierto: San Valentín está en Almería.
Sin embargo, de lo que Almería sí puede presumir es de tener en el claustro de la Catedral a un mártir de los primeros años del cristianismo, sin importar mucho quién fue o cómo fue martirizado: lo importante es que Almería tiene en su primera iglesia un ejemplo de la vida (y muerte) de los primeros cristianos.
Mientras tanto, ofrendas florales aparte, lo cierto es que la Asociación de Vecinos del Casco Histórico lucha por revitalizar el barrio con dos santos por bandera: San Antón, en enero, y San Valentín en febrero. El mártir de Almería bien merece ser recordado (y darle vida a su barrio). Aunque no sea San Valentín.
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