El pasado 13 de abril la construcción inició un nuevo camino en España. Tras dos semanas de parón debido al delicadísimo momento en el que se encontraba el país por el alto índice de contagios por el COVID-19, el sector retomaba la actividad sumergido en un entorno desolador y, sobre todo, cargado de incertidumbre por el futuro a corto y medio plazo.
Gran parte de los casi 1,3 millones de trabajadores relacionados con la construcción que hay en España volvieron a sus puestos laborales con muchas dudas y un gran manual de precauciones y medidas que debían seguir.
Fue el momento en el que el país empezó a retomar su actividad después de dos semanas de parálisis en las que miles de obras e intervenciones quedaron completamente detenidas con el objetivo de frenar la por entonces vertiginosa curva de contagios que asolaba a parte del mundo.
Precauciones
La vuelta a la rutina llegó acompañada de una guía de actuación y procedimientos a seguir pactada entre la patronal y los sindicatos del sector a partir de las recomendaciones emitidas por el Ministerio de Sanidad.
Entre estas medidas, además de incidir en la necesidad de que los trabajadores fuesen cautos con su higiene personal, se recomendaba no compartir herramientas, alimentos, bebidas o espacio en los descansos, así como se instaba a las empresas a disponer de termómetros para que sus empleados pudieran tomarse la temperatura en cualquier momento.
En este documento fue uno de los que lució por vez primera la recomendación de emplear mascarillas en caso de no poder guardar las distancias de seguridad y usar guantes. Los movimientos entre obras o las visitas también se prohibieron durante estas primeras semanas de vuelta a la actividad en el sector.
Situación actual
La crisis económica que va a acarrear este Estado de Alarma en el que España se ha sumido va a arrastrar, irremediablemente, al sector de la construcción, tal y como ha sucedido en otras ocasiones.
Las cajas de ahorros, instituciones como la CEOE o los análisis de los expertos estiman que la inversión va a decaer alrededor de un 20%, casi cuatro puntos por encima de uno de los momentos más críticos de la historia del sector, la crisis de 2008, cuando el desplome fue de un 16% según el Instituto Nacional de Estadística.
Las empresas del sector están preparándose para afrontar uno de los momentos más complicados que se recuerdan, escudándose muchas de ellas en los beneficios que pudieron alcanzar antes de la crisis del coronavirus, y es que, a principios de año, la construcción experimentaba una tendencia positiva en España, acumulando varios meses al alza. Esta emergencia sanitaria ha venido a frenar en seco toda esta bonanza de la que disfrutaba al fin este maltratado sector.
La vista ahora se pone en el futuro y en cuándo llegará la recuperación económica. Mientras los más optimistas creen que el 2021 ya dejará notar resultados, los más escépticos miran hacia el 2022 como año en el que el sector volverá a arrojar cifras similares a las de antes de esta pandemia mundial.
En cualquier caso, no será una situación nueva para la construcción, acostumbrada a hacer frente a todo tipo de dificultades y, pese a todo, salir con vida gracias a su capacidad de adaptación y a su volatilidad. Se avecinan tiempos complicados, sí, pero ni siquiera éstos serán capaces de frenar al sector.
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