Las visitas guiadas por los invernaderos ganan adeptos

Comerse una rica ensalada de tomate es un placer al que, afortunadamente, casi todo el mundo tiene acceso. Sin embargo, ese bocado supone el último paso de un proceso arduo, costoso y ya mecanizado que empieza, como no podía ser de otra manera, en los invernaderos almerienses. El cultivo de hortalizas y verduras mueve la economía almeriense y, tras él, viene la venta y el transporte del producto hasta que finalmente llega a la mesa del consumidor. 

Conscientes del desconocimiento que muchos tienen acerca de este proceso tan arraigado a la esencia de Almería, y sabedoras también de que es un sector que llama la atención a los visitantes, son varias las empresas locales que están empezando a llevar a cabo rutas guiadas por algunos invernaderos de la provincia.

Estas rutas muestran a los usuarios todo el proceso de crecimiento de las hortalizas, desde la plantación de las semillas hasta la obtención del fruto final, haciendo también un recorrido histórico por lo que ha sido la agricultura en Almería a lo largo de las décadas, mostrnado su evolución hasta nuestros días y analizando la situación actual del sector.

Una de las empresas que se dedican a esto es Clisol, situada en el Poniente Almeriense, la comarca que más raíces agrícolas posee en Andalucía y, no en vano, lugar en el que se sitúa el ya famoso mar de plástico de Almería que da un color blanquecino a esta esquina de la Península desde el espacio.

El éxito de este nuevo tipo de turismo está siendo tal que son muchos los centros educativos de la zona que deciden mostrar a sus alumnos el interior de un invernadero con el objetivo de que conozcan más a fondo esta actividad que supone el gran motor económico de la provincia.

Siembra, repicado, poda, identificación, recolección y cata del producto para que los visitantes se marchen conociendo de primera mano todos los pasos que envuelven el proceso de elaboración de estas verduras y hortalizas. Una forma de acercar el sector al consumidor.