Una tortuga marina boba (Caretta caretta) de más de 70 centímetros de caparazón apareció varada muerta ayer en la playa de El Ancón en Carboneras. Es la cuarta tortuga boba adulta hallada muerta en Almería en menos de un mes. Y la secuencia empieza a ser preocupante. “Son especímenes altamente importantes para la comunidad marina porque son ejemplares adultos reproductores”, advertía ayer a este periódico la coordinadora de Equinac, Eva María Morón.
La tortuga fue encontrada por un vecino en la playa sobre las 15.45, según confirmó a este periódico un integrante de Protección Civil. “Cuando llegamos ya estaba muerta”, lamentó. Fueron ellos los que avisaron a Equinac. A última hora de ayer se encontraban realizando la necropsia al animal, un ejemplar adulto de entre 30 y 40 años ,“muy valioso”, que por un lado presenta un “golpe en la parte superior del caparazón”, y por otro una deformidad en la parte trasera del caparazón provocada, posiblemente, “por un cabo o una red”, explica la coordinadora de Equinac.
La de Carboneras es la cuarta tortuga marina boba adulta que aparece muerta en la provincia en menos de un mes, tras los varamientos de Terreros (Pulpí) el 28 de marzo, y los posteriores de la playa de El Zapillo (Almería) y Mojácar. “Su número está disminuyendo drásticamente por la acción del hombre”, lamentaba ayer Morón. “Lo que más nos preocupa es su tamaño. Están en peligro y cada ejemplar adulto es valiosísimo. En el caparazón tiene un golpe, una lesión ya soldada, que probablemente haya sido producida por una embarcación”, explica.
El ejemplar también presentaba delgadez, un hecho que denota que “no ha tenido una buena alimentación”. “Su cadáver está fresco, no como los últimos dos, y no está microchipada, lo que indica que no ha estado en ningún centro de recuperación”, detalla Morón. Y su aparato digestivo, atestado de plásticos.
Por la acción del hombre
La progresiva desaparición de las grandes tortugas marinas está directamente ligada a la acción del hombre. La tortuga boba encontrada en Mojácar, que sí había sido marcada (con un microchip) ingresó en Equinac “por anzuelo”. “Era la segunda marcada que parecía muerta, y eso sí que no es normal”, advierte Morón. “Han sido dos en un año: las recuperas, las devuelves al mar y luego caen en palangres. Sólo los ejemplares adultos, los más valiosos, los reproductores, pueden caer en esos anzuelos”, explica.
La coordinadora de Equinac recuerda que cada año mueron por estos motivos más de 40.000 tortugas marinas en España. Y podría evitarse. “Hay otros anzuelos, circulares, en los que no caerían. Pero claro, son tres veces más caros y los pescadores no los compran. La normativa tendría que cambiar y los controles de vigilancia incrementarse”, algo que ya sucede en otros países europeos.
El bombre, el gran depredador marino
“Es síntoma de lo que le está pasando al mar”, explicaba ayer la coordinadora de Equinac, en referencia a las modificaciones en el ecosistema marino provocadas por el hombre. La necropsia de la tortuga reveló que su aparato digestivo estaba lleno de plásticos arrojados al mar por el ser humano, “como si fuera su vertedero”.
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